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Explicación de los aranceles de Trump: Los automóviles son el último objetivo de la oleada de medidas comerciales
El presidente Donald Trump está utilizando los aranceles para restructurar el orden económico mundial mediante un aluvión de maniobras intermitentes, con el argumento de que impulsarán la manufactura estadounidense y generarán ingresos.
El miércoles impuso nuevos aranceles a los automóviles fabricados fuera de Estados Unidos, que se suman a medidas similares sobre el acero, el aluminio y determinadas mercancías procedentes de Canadá, México y otros países.
Pero su estrategia de trastocar décadas de normas establecidas ─incluidos los acuerdos de libre comercio con algunos de los aliados más cercanos de Estados Unidos─ ya ha provocado represalias de los principales socios comerciales, ha agitado los mercados y ha tenido repercusiones en las relaciones diplomáticas. La tensión económica ha empezado a notarse, y la ansiedad de los consumidores va en aumento.
¿Qué son exactamente los aranceles y cómo funcionan? ¿Quién los paga en realidad? ¿Y qué quiere Trump en última instancia?
¿Qué son los aranceles y cómo funcionan?
Un arancel es un cargo gubernamental adicional sobre los productos importados de otros países.
Comprender los aranceles significa comprender cómo funcionan la manufactura, el comercio y las cadenas de suministro, y cómo se acumulan los costos en ese proceso.
¿Quién paga los aranceles?
Las empresas que importan mercancías a un país son las que pagan los aranceles de manera directa. Los gobiernos de China, México, Canadá y otros países no pagarían dinero alguno al gobierno estadounidense con los nuevos aranceles de Trump.
El costo de los aranceles puede distribuirse en función de cómo reaccionen las empresas y los países.
Los expertos en política comercial coinciden en que lo más probable es que el costo de los nuevos aranceles estadounidenses recaiga sobre los consumidores estadounidenses, como ya ocurrió en el primer mandato de Trump. Los minoristas suelen subir los precios, y los fabricantes que utilizan materiales importados se enfrentan a costos más elevados. Imponer aranceles a las importaciones también puede aumentar el valor del dólar estadounidense, lo cual encarece las exportaciones estadounidenses.
Los aranceles también pueden afectar a empresas y gobiernos extranjeros.
A veces, los fabricantes extranjeros pueden disminuir sus precios, con lo que aceptan obtener menores beneficios. De igual modo, los gobiernos pueden instituir una devolución de impuestos para ayudar a compensar la carga arancelaria, o pueden devaluar sus monedas para compensar el impacto del arancel, como ha hecho China en otras ocasiones.
¿Qué intenta conseguir Trump?
Trump ha descrito los aranceles como una herramienta multiusos. Estos son los argumentos de su gobierno:
- Las amenazas de imponer aranceles a Canadá, México y China son una medida de presión para obligar a los principales socios comerciales de Estados Unidos a tomar medidas enérgicas contra el flujo de drogas y migrantes hacia ese país.
- Los gravámenes pendientes sobre el acero, el aluminio y el cobre son una forma de proteger las industrias nacionales que son importantes para la defensa, mientras que los aplicados a los automóviles apuntalarán una base crucial de la manufactura.
- Un nuevo sistema de aranceles “recíprocos” es una forma de evitar que Estados Unidos sea “estafado” por el resto del mundo.
Trump también sostiene que los aranceles recaudarán enormes sumas de ingresos que el gobierno podrá utilizar para pagar recortes fiscales y gastos, e incluso para equilibrar el presupuesto federal. Pero los economistas señalan que, en realidad, los aranceles pueden reducir los ingresos fiscales si la economía se contrae.
Los expertos en comercio señalan que los aranceles no pueden alcanzar simultáneamente todos los objetivos que Trump ha expresado. De hecho, muchos de sus objetivos se contradicen y socavan entre sí.
Por ejemplo, si los aranceles de Trump incitan a las empresas a fabricar más de sus productos en Estados Unidos, los consumidores estadounidenses comprarán menos bienes importados. En consecuencia, los aranceles generarán menos ingresos para el gobierno.
“Todos estos aranceles son internamente incoherentes entre sí”, afirmó Chad Bown, investigador principal del Instituto Peterson de Economía Internacional, un grupo de expertos de Washington. “Entonces, ¿cuál es la verdadera prioridad? Porque no pueden ocurrir todas esas cosas a la vez”.
¿Cómo han reaccionado Canadá y otros países?
Horas después de que entraron en vigor los aranceles estadounidenses sobre el acero y el aluminio a principios de mes, el gobierno canadiense declaró que impondría nuevos aranceles de represalia sobre importaciones estadounidenses por valor de 20.000 millones de dólares.
Los últimos movimientos de Canadá se centraron en las importaciones de:
- acero y aluminio
- herramientas
- computadoras
- artículos deportivos
- hierro fundido
Estos aranceles son adicionales a los aranceles del 25 por ciento que el país anunció a principios de este mes tras una ronda inicial de gravámenes por parte de Trump.
La Unión Europea anunció aranceles de represalia similares. Pero los funcionarios europeos, que ya se enfrentan a una economía mediocre, retrasaron su fecha de entrada en vigor, en parte para aumentar las posibilidades de negociar un acuerdo con Trump. “Están en juego puestos de trabajo, el aumento de los precios; nadie necesita eso”, señaló Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.
En respuesta a una ronda anterior, el Ministerio de Finanzas chino impuso aranceles del 15 por ciento a las importaciones de pollo, trigo, maíz y algodón procedentes de Estados Unidos y del 10 por ciento a las importaciones de otros productos agrícolas.
México hizo un gran esfuerzo para defenderse de los aranceles, con el envío de más de dos decenas de líderes de cárteles acusados para ser juzgados en Estados Unidos y de soldados a laboratorios de fentanilo y a la frontera estadounidense.
El Reino Unido optó por no tomar represalias, mientras el primer ministro Keir Starmer intenta firmar un acuerdo comercial a largo plazo con Estados Unidos. Y el primer ministro de Australia, Anthony Albanese, declaró que su país no impondría aranceles recíprocos porque perjudicarían a los consumidores nacionales.
¿Cuál podría ser el impacto en los precios al consumo?
Los aranceles de Trump se dirigen a países que son importantes proveedores de una amplia variedad de productos para Estados Unidos.
Para las familias estadounidenses, el resultado probable es un aumento de los precios en los supermercados, los concesionarios de automóviles, las tiendas de electrónica y los surtidores de gasolina.
Los productos frescos, muchos de los cuales se importan de México, son una de las primeras categorías en las que los compradores podrían notar un aumento de precios. En el caso de los aguacates, tomates y fresas mexicanos, entre otros productos, podría ocurrir en un par de semanas.
Los aumentos de precios también repercutirían en los pasillos de bebidas alcohólicas, especialmente la cerveza y el tequila. En 2023, casi tres cuartas partes de las importaciones agrícolas estadounidenses procedentes de México consistían en verduras, frutas, bebidas y licores destilados, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
Los precios de los bienes duraderos, como los automóviles, podrían tardar más en subir de precio debido al inventario existente, o si las empresas esperan que los aranceles sean temporales.
Trump ha argumentado que el aumento de los precios será mínimo en comparación con otros beneficios económicos. En un discurso ante el Congreso el 4 de marzo, el presidente dijo: “Habrá un pequeño trastorno, pero nos parece bien. No será mucho”.
Los aranceles sobre los automóviles ponen al descubierto una cuestión crítica: ¿Qué significa fabricado en Estados Unidos?
En las últimas tres décadas, desde que se creó la zona de libre comercio de América del Norte en 1994, los fabricantes de automóviles han construido cadenas de suministro que cruzan las fronteras de Estados Unidos, Canadá y México.
Los fabricantes consiguen economías de escala construyendo plantas de motores y transmisiones lo suficientemente grandes como para abastecer a varias fábricas de vehículos en Norteamérica. Un pensamiento similar funciona también para otras piezas: asientos, paneles de instrumentos, electrónica, ejes.
Por ejemplo, el Chevrolet Blazer 2024, un popular vehículo utilitario deportivo fabricado por General Motors, se ensambla en una planta de México utilizando motores y transmisiones que se producen en Estados Unidos.
Nissan fabrica su sedán Altima en Tennessee y Mississippi; la versión turboalimentada del coche tiene un motor de 2 litros que viene de Japón y una transmisión hecha en una fábrica de Canadá.
La amenaza de los aranceles inquieta a los fabricantes de automóviles. “Seamos honestos”, dijo Jim Farley, director ejecutivo de Ford Motor, en una conferencia de inversionistas en febrero. “A largo plazo, un arancel del 25 por ciento en las fronteras de México y Canadá abriría un agujero en la industria estadounidense que nunca hemos visto”.