El presidente de EE. UU., Donald Trump, anunció este viernes 21 de marzo que la producción del avión de combate de nueva generación del Ejército, bautizado como F-47, se ha adjudicado a Boeing, fabricante que aún encara un momento de intenso escrutinio por los fallos en sus aeronaves comerciales.

Trump hizo el anuncio en la Casa Blanca, acompañado por el secretario de Defensa, Pete Hegseth, y aseguró que el F-47 de Boeing lleva cinco años en fase de desarrollo y será el primer caza de sexta generación y el avión más letal jamás construido.

El mandatario destacó las capacidades del nuevo avión en términos de carga útil, velocidad y maniobrabilidad, y consideró que se ha empleado un número “bonito” para el nombre del aparato, en referencia a que su actual mandato es el cuadragésimo séptimo de un presidente de Estados Unidos.

Trump no quiso hablar sobre el precio del proyecto ni sobre lo que costará fabricar cada unidad, con el argumento de que se trata de un tema de seguridad nacional, “porque eso implicaría revelar parte de la tecnología y parte del tamaño del avión”.

El medio digital MarketWatch apuntó que el contrato está valorado en 20.000 millones de dólares, cifra en la que coinciden medios estadounidenses.

Además de Boeing, otros importantes contratistas de defensa, como Northrop Grumman —que produce cazas como el F-18 o el F-35, el más avanzado del país—, o Lockheed Martin —que fabrica el F-16—, estaban desarrollando sus prototipos para el programa F/A-XX de aviones de combate de sexta generación.

Boeing, que nunca había obtenido un contrato de este tipo —el F-15 fue adjudicado originalmente a su entonces rival McDonnell Douglas, absorbido en 1997—, está lidiando con un nuevo escrutinio por los problemas registrados en su 737 Max. La Administración de Trump se ha comprometido a restaurar la reputación y la cultura de la seguridad de la empresa.