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El traje nuevo del emperador
Se requiere una estrategia conjunta de desarrollo que genere bienestar y al mismo tiempo arraigo para los guatemaltecos.
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Uno de los cuentos infantiles más famosos y probablemente más ocurrentes de la literatura universal es El traje nuevo del emperador, de Hans Christian Andersen. La historia cuenta que un emperador ordenó a un par de sastres la fabricación de un traje extremadamente fino y costoso. El par de costureros, ambos de mala reputación, faltando al plazo para elaborar el traje decidieron salir del aprieto diciendo que habían elaborado la vestimenta con unas fibras tan delicadas que únicamente las personas inteligentes podían llegar a verla. Con ello se aseguraban, por un lado, de cobrar el encargo, aunque no lo hubieran hecho, y por el otro, salvar el pellejo explotando la debilidad humana, en este caso el no querer contrariar al gobernante o no quedar como el único tonto que no podía ver aquella genial creación.
El cuento pretende recordarnos que muchas veces quienes nos rodean nos hacen ver una realidad que no existe. La presión de grupo, el ánimo de complacer, la ausencia del espíritu de crítica o simplemente el servilismo pueden llegar a crear un efecto de alejamiento de las realidades, que no ayuda a la mejor toma de decisiones. Por ello, es necesario y preciso siempre tomar consejo, escuchar voces disonantes, pensar fuera de la caja o buscar rodearse de personas con perspectivas diferentes y novedosas. En esto radica la posibilidad de mejorar el rendimiento y ver los retos desde nuevas perspectivas.
El mundo está cambiando. Nuevas reglas se han impuesto, gusten o no, en el ámbito de la economía, la seguridad, la migración y el orden político, por lo que se requiere ser muy ágil en encontrar nuevas respuestas a las nuevas situaciones. Es una tarea que debe ocupar no solo a quienes nos gobiernan, sino también a las élites sociales y económicas que pueden ayudar a proveer el recurso de las nuevas ideas y de cómo ponerlas en movimiento. Se ha dicho hasta la saciedad y con sobrada razón que no se pueden conseguir resultados diferentes haciendo las mismas cosas.
Es necesario superar los prejuicios y acercar los capitales en temas críticos como la infraestructura.
Si la cuestión es cómo hacer para proveer empleo e ingreso a los guatemaltecos, pongamos en marcha una estrategia agresiva de búsqueda de inversión. Para ello hay que superar los prejuicios y acercar los capitales que necesitamos para hacer crecer nuestra economía. Hay temas claves que pueden hacer la diferencia como es el caso de la infraestructura. Autopistas y carreteras que conecten nuestros mercados internos, puertos que nos abran ágilmente el comercio al mundo y una red física que provea de servicios esenciales en todos los puntos de nuestro país son elementos de la receta que otros países, con dificultades similares a las nuestras, han seguido con éxito.
Si el temor es la presión que recibiremos de nuestro socio del norte por temas migratorios, hagamos una estrategia conjunta que retenga a nuestro mejor talento laboral acá por medio de crear empleo calificado en sectores estratégicos; que recoloque a aquellos que retornan por medio de certificar sus competencias y ayudar a nuestros connacionales a enfocar la colocación de sus remesas, que son el esfuerzo de su trabajo, hacia proyectos productivos sostenibles. Está en el interés de ambos países hacerlo así. Esa es la base para crear una estrategia real de desarrollo que genere bienestar y al mismo tiempo arraigo.
En política, la inercia, la percepción de ser meramente de transición, la rutina administrativa o el prejuicio ideológico son los hilos transparentes con los que se teje un traje como el de aquel emperador.