Serios efectos económicos de los caprichos políticos

Serios efectos económicos de los caprichos políticos

A nadie debe sorprender el inicio de los efectos económicos de las súbitas ideas de Trump, quien ya dio un pequeño paso atrás.

Enlace generado

Resumen Automático

08/08/2025 00:04
Fuente: Prensa Libre 

Esta semana, Donald Trump se vio obligado a dar un sutil retroceso a uno de sus temas preferidos, la inquina y crueldad a los indocumentados, caprichos escondidos en el nido de víboras venenosas donde se ha sentado. Dos elementos: uno, la negativa del ciudadano estadounidense a realizar las duras tareas realizadas por ellos, con o sin papeles, y dos, la posibilidad de darles a los expulsados un documento especial para permitirles regresar a realizar legalmente esos trabajos en un tiempo específico de seis meses. Mientras, algunos simpatizantes republicanos han pedido a gritos por redes sociales “que se larguen” (get out), en una absurda negación de una realidad anunciada por analistas lógicos bipartidistas o extranjeros desde hace el inicio del trumpismo.

A nadie debe sorprender el inicio de los efectos económicos de las súbitas ideas de Trump, quien ya dio un pequeño paso atrás.

La realidad es fuerte y la ilusión y los caprichos son débiles. Se ha presentado el ejemplo de la piedrita empujada de la cima de una montaña, convertida en un alud veloz y peligroso. Los indocumentados no son los únicos afectados; se les une, por ejemplo, una multitud de pequeños granjeros obligados a no sembrar, a quemar sus siembras no recogidas a causa de la falta de trabajadores, o simplemente abandonarlas, como ha sido registrado en grabaciones conocidas por las redes sociales. Algunos lo hacen porque ya no pueden pagar los préstamos y hasta se han ido a otros estados en búsqueda de empleos. Están mal los vendedores de equipo, y lo humanamente peor es el forzado abandono de propiedades de varias generaciones familiares.

Otro ejemplo clarísimo es el turismo. Han disminuido los vuelos de turistas al país; están vacíos los pequeños negocios, muchas veces familiares: hoteles, restaurantes, y son pocos los meseros, cocineros, limpiadores de cuartos. Taxistas, actores de teatro. Las líneas aéreas locales grandes están reduciendo sus vuelos o eliminando las rutas, mientras las extranjeras buscan afuera aeropuertos baratos y algunas han llegado al punto de no recomendar a sus clientes el viaje turístico a Estados Unidos, país ahora correctamente percibido como hostil. Pero la idea es cobrar fianzas de ingreso por cinco, diez o quince mil dólares a ciudadanos de países escogidos, además de los 250 dólares cobrados sin seguridad de recibir una visa, o sea un generalizado oculto aumento al precio.

Todo esto comenzó a partir de enero del año pasado, mientras los analistas advierten la pérdida de Estados Unidos de competitividad con respecto a China, cuyo segundo puesto en la economía mundial pronto será el primero porque el producto interno bruto unificado de los integrantes del BRIC (Brasil, Rusia, India China y Sudáfrica) ya es superior al de Estados Unidos, Europa, Australia y Japón. Son cifras, no ilusiones, caprichos ni deseos. Los daños económicos son veloces, pero las recuperaciones a donde estaban tomará tiempo largo porque la pérdida de la confianza es rápida, pero la recuperación, lenta, como será la oferta comentada hoy, efecto de decisiones derivadas de innegable y total miopía economicopolítica, así como de terquedades absurdas.

En este caso, las advertencias de los expertos y de quienes piensan en base a una lógica elemental, en cierta forma disminuyen esa percepción. Una vez criada la fama, echarse a dormir es incluso peor, y negarse a aceptar la realidad, dura o sin piedad, solamente acelera el naufragio de un barco cuyo capitán no tiene idea de los efectos de sus ideas, simplistas, malintencionadas, crueles. La frase “es la economía, estúpido” es demoledora, como ya se comprobó hace años en campaña Clinton-Bush. Pero se debe aclarar: es la economía de quienes son de la clase media o baja, nada más. La situación económica de los archimillonarios está muy bien, porque las decisiones están pensadas para beneficiarlos por su importancia en el financiamiento de las campañas.