Epílogo de un bravucón

Epílogo de un bravucón

Tras el fracaso de su huelga, Acevedo creyó que podía encabezar un diálogo nacional, pero el gobierno no cayó en la trampa.

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25/07/2025 00:02
Fuente: Prensa Libre 

Desde el 14 de mayo pasado, los maestros afiliados a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) instalaron carpas en el Zócalo y varias calles del centro de la Ciudad de México. Las acciones se impulsaban en demanda de la derogatoria de un sistema de pensiones que consideraban injusto. El plantón frente al Palacio Nacional fue seguido de manifestaciones, algunas con actos violentos. Se calcula que la huelga paralizó cerca de 20 mil centros educativos y afectó a 1.2 millones de estudiantes, sin que lograran su objetivo.

Tras el fracaso de su huelga, Acevedo creyó que podía encabezar un diálogo nacional, pero el gobierno no cayó en la trampa.

El 7 de junio, 24 días después, la CNTE levantó el campamento del Zócalo, tras soportar las inclemencias del tiempo. Los maestros tuvieron que reiniciar las labores educativas. “No estamos cansados ni fracasados, estamos pausados”, dijeron los dirigentes.

Como si fuera una copia del movimiento mexicano, el Sindicato de Trabajadores de la Educación de Guatemala (STEG), dirigido por Joviel Acevedo, hizo lo mismo: ocupó la Plaza de la Constitución, donde instaló carpas y suspendió clases en tres mil 500 centros educativos. Su principal demanda era que el gobierno firmara el pacto colectivo en el que persistían privilegios que le habían otorgado las administraciones anteriores.

Esta vez, no tuvo la misma suerte, porque la ministra Anabella Giracca se negó a mantener las prebendas y se adelantó a otorgar un aumento salarial de 5%, superior al 3% que les concedió el gobierno de Giammattei. Además, la Procuraduría General de la Nación presentó varios amparos para obligar a los afiliados del STEG a retornar a las aulas.

Los cálculos no le salieron a Acevedo. Durante 56 días mantuvo a sus seguidores a la intemperie, bajo el sol, la lluvia y en condiciones insalubres. Creyó que el espectáculo de múltiples carpas en la Plaza de la Constitución iba a ablandar al presidente Arévalo y a la ministra Giracca. Al contrario, fue cercado por las multas impuestas por un juez, luego de que se negara a levantar las medidas de hecho y volver a las aulas.

La bromita le salió en Q3 millones 488 mil en multas que deberán pagar los miembros del Comité Ejecutivo Nacional y demás dirigentes del STEG. De nada le ha valido al líder magisterial tener a su favor a los magistrados de la CC, a Consuelo Porras, jefa del Ministerio Público, y a varios políticos tradicionales que consideraban que esta vez sí iban a quebrar al gobierno de Arévalo.

Luego de una última movilización magisterial que llegó a la capital, Acevedo tuvo que recoger sus bártulos. Los maestros ya no aguantaban más vivir a la intemperie, mientras su líder dormía a cuerpo de rey. La noche del 21 de julio, tras 56 días, sus seguidores levantaron las carpas de la Plaza de la Constitución y se fueron por donde vinieron.

Sin más medidas para presionar, Acevedo se ve en la calle de la amargura, apenas apapachado por la fracción de la UNE dirigida por Sandra Torres. Como por arte de magia se saca de la manga la iniciativa de encabezar un diálogo nacional para resolver los principales problemas del país, por supuesto, de la mano de los diputados uneístas. Sin embargo, el gobierno no cae en la trampa y le responde que la convocatoria de un diálogo nacional no le corresponde a él, ni al Legislativo.

Acostumbrado a amenazar a diferentes gobiernos, Acevedo se va con las manos vacías. No todos sus seguidores continúan la huelga. Arévalo asegura que, desde el levantamiento de las carpas, unas mil escuelas reiniciaron las clases. “No hay vencidos ni vencedores”, pregona Acevedo, pero quién sabe si dará su brazo a torcer.

Aunque amenaza con una segunda fase de su lucha, el problema será convencer a sus seguidores de que su movimiento puede triunfar, pese a haber dañado el ciclo escolar y tener en contra el rechazo popular. Con él, nada se descarta.