Política exterior de Guatemala en tiempos de Trump (I)

Política exterior de Guatemala en tiempos de Trump (I)

  Trump llegó a la presidencia decidido a imponer su voluntad en su país y en el resto del mundo, sin importarle lo más mínimo las aspiraciones de cada pueblo. En su país, rompe con las prácticas y tradiciones de más de dos siglos, así como con los cambios positivos realizados por Lincoln y Franklin […]

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Resumen Automático

11/07/2025 08:59
Fuente: La Hora 

Trump llegó a la presidencia decidido a imponer su voluntad en su país y en el resto del mundo, sin importarle lo más mínimo las aspiraciones de cada pueblo. En su país, rompe con las prácticas y tradiciones de más de dos siglos, así como con los cambios positivos realizados por Lincoln y Franklin Roosevelt. Arma un Estado policial basado en ICE, la Gestapo estadounidense dedicada a perseguir migrantes. En el exterior, no tiene amigos, aunque sí algunos socios igualmente dementes por el odio, como Netanyahu. La única forma de lidiar con él es enfrentándolo; la sumisión no resuelve nada. Convencido de sus aviesas intenciones, sugerí al gobierno de Arévalo, al conocerse los resultados de las elecciones estadounidenses, que reformulara su política exterior con tres ejes que le permitieran aguantar los embates que sufriría el país: primacía de los derechos humanos para la política exterior, defensa de la soberanía nacional y búsqueda de alianzas, particularmente en América Latina. Arévalo ha hecho todo lo contrario y ha concedido más de lo que se le pidió.

Trump exigió cooperación del gobierno en temas de migración, seguridad nacional y narcotráfico, sin dar nada a cambio. Guatemala pudo haber ofrecido seguir con esfuerzos para disminuir la migración irregular, continuar con acciones para evitar el terrorismo internacional y aumentar las medidas contra el narcotráfico. El gobierno, en su debilidad, sacrificó la soberanía y accedió a ser “tercer país seguro”, al tiempo que no hace esfuerzos significativos por defender a las y los guatemaltecos que están de manera irregular en EE. UU. En términos de seguridad de ese país, ha aceptado proporcionar información de las personas que viven o pasan por nuestro país, sin respeto de sus derechos, y ha aceptado la presencia de militares gringos y civiles de las diversas agencias de seguridad, en clara intervención. Estas innecesarias concesiones fueron complementadas con poner la construcción y renovación de infraestructura en el país -puertos, aeropuertos, ferrocarriles y metro- en las manos del ejército estadounidense.

No se trata de “cooperación para el desarrollo”, con parte de los costos financiados por EE. UU. No, es venta de servicios, caros y de cuestionable calidad, cuyo costo recaerá en Guatemala; es injerencia monopólica, que margina a las empresas de construcción de Guatemala y de otros países. Se profundiza así la dependencia socioeconómica, política y militar, que se traduce en sumisión abyecta a los caprichos de Trump. Éste nos castiga con aranceles, deportaciones de connacionales, abusos de ICE fuera de control y, más recientemente, el impuesto a las remesas que se envían a Guatemala. De todo ello, el gobierno solo actúa con relación a los aranceles, ante la impotencia del CACIF. Es la hora de diversificar los mercados. Se pueden obtener productos de otros países, con igual o mejor calidad, a un precio menor, y nuestros productos de exportación, con el CAFTA en la basura, pueden ir a otros países. Es el momento de hacer alianzas latinoamericanas. Ante los caprichos de Trump, instamos a Arévalo a levantar la bandera de la soberanía nacional.