Hernando de Soto: “Sin propiedad segura no hay capital”

Hernando de Soto: “Sin propiedad segura no hay capital”

El economista peruano Hernando de Soto, presidente del Instituto Libertad y Democracia, participó en el foro: Guatemala hacia un país de propietarios, donde expuso por qué la propiedad documentada y reconocida legalmente es la base del capital y del desarrollo económico.

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06/11/2025 00:10
Fuente: Prensa Libre 

En entrevista con Prensa Libre, explicó que sin certeza jurídica no se genera valor económico ni se atrae inversión, y advirtió que muchos países latinoamericanos se han rezagado por mantener sistemas legales aislados del contexto global.

El experto también señaló que el futuro de América Latina depende de abrirse al mundo, fortalecer el Estado de Derecho y entender que el derecho de propiedad no es un privilegio de clase, sino un derecho humano esencial.

¿Cuál es la importancia de la propiedad para la generación de capitales?

El contexto guatemalteco no lo conozco, pero lo que le puedo decir es que hay ciertas normas o pensamientos que tienen un valor universal. El dinero se construye a partir de que se vuelve un símbolo de una propiedad. La propiedad es lo que respalda la emisión de un valor.

Entonces, si no hay una propiedad clara, bien definida, efectivamente no se genera el valor. Eso lo dijeron tanto Adam Smith en la derecha como Karl Marx en la izquierda. Dijeron que, si algo no está basado sobre una cosa real, no genera capital.

Hay que distinguir el dinero que circula del capital. El dinero desaparece rápido, y el capital, si es respaldado por algo concreto, entonces no desaparece: es un valor permanente.

Por lo tanto, los países que han tenido propiedad —que no significa tener tierra—, tener un derecho sobre la tierra documentado de tal manera que tiene un valor universal, han prosperado porque causa seguridad si el documento de propiedad es bien formulado y si es reconocido en gran escala.

Entonces, lo que ocurre con muchos de nuestros países de América Latina es que tienen un valor local. Como dijo un juez aquí en el foro, tenemos una cultura de derecho distinta. En el momento en que uno tiene una cultura de derecho distinta, se queda con ese pequeño público.

Lo que uno ve es que, cuando uno tiene un título de propiedad, por ejemplo, estadounidense o europeo, vale en varios lugares y, por lo tanto, vale mucho más. Es como si yo tuviera un dólar, pero solamente puede ser utilizado en Guatemala: me vale menos que un dólar que puede ser utilizado en todas partes.

Usted habló sobre la situación en Latinoamérica. ¿Cuál es su lectura?

Yo creo que muchos de los países latinoamericanos se caracterizan por ser aislacionistas.

Lo que importa son países que miran hacia adentro, y eso está muy bien. Y todos estamos orgullosos de nuestros países. Pero hemos hecho un tránsito en el último medio siglo hacia una economía global.

Lo que estamos viendo es que los países que han adaptado su legislación, sus derechos de propiedad, sus derechos financieros al orden global han prosperado como nunca hemos visto.

Por ejemplo, China. Cuando usted va a China, va a ver que, en Shanghái, que es la capital financiera junto con Hong Kong, uno lo ve desde una torre de más o menos 38 pisos, hay un barrio que es idéntico a Ámsterdam.

Pero es una imitación, con canales, los puentes, los edificios rectos. Otro que se parece a París, con su pequeño Arco del Triunfo. Otro que tiene canchas de tenis, parques, como les gustan a los americanos, hechos para que la gente de afuera se sienta como en China.

¿Por qué hay que pensar de manera global?

Es decir, China ha hecho un enorme esfuerzo para quedar bien y ser considerada en todas partes. Nosotros, los latinoamericanos, siempre miramos hacia adentro y no nos preocupa si nuestro derecho es conforme al global. El resultado es que somos el continente que menos ha crecido en los últimos 10 o 15 años.

Por eso es por lo que nosotros abogamos mucho, no que haya una intervención extranjera acá, sino que estemos presentes afuera, porque si no, nos vamos a quedar como microempresarios. Incluso hemos quedado en una posición rarísima: ser orgullosos de ser pequeños, cuando la ambición debería ser como la de los chinos o americanos, que es ser grandes y prósperos. Porque la revolución industrial es una revolución irreversible.

Uno no puede decir que quiere estar aparte de ella, porque uno perece y los otros se lo comen.

En ese contexto, ¿qué es lo que usted mira para los siguientes cinco años?

La miro con optimismo en el sentido de que ojalá nos abra los ojos. Si bien queremos mucho a nuestra América Latina, nuestra cultura, nuestra música, entre latinoamericanos nos entendemos muy bien y nos queremos mucho. Pero también tenemos que darnos cuenta de que somos parte de un globo terráqueo más grande.

En ese sentido, me alegra que estemos —y lo que está haciendo el foro— tomando conciencia de que la propiedad y la manera en que esta es segura o no segura va a depender mucho de si estamos globalizados o no.

Por otro lado, hay preocupación. Porque, evidentemente, al crecer la presencia china en las Américas, ya hay una reacción perfectamente previsible.

En los Estados Unidos, que hace un momento consideraban a América Latina como su patio trasero, ahora se está convirtiendo en el patio frontal de China. Entonces, ¿cómo cambiamos eso? Hemos visto cinco cruceros americanos en el Caribe y un portaaviones que está bajando por el lado de América Latina.

Y lo que está tratando de decir Estados Unidos —o por lo menos este gobierno— es que no va a permitir eso.

Lo importante en este momento es darnos cuenta de que tiene que haber una reacción latinoamericana frente a todo esto, para hacer que el interés en nuestros países sea para beneficio de todos y que esto no se convierta en otro Vietnam.

Y no sé si todavía nuestros políticos —o por lo menos los peruanos— definitivamente dan la talla. Entonces, yo vengo con mi preocupación peruana, que es que frente a todo esto tenemos que decir y hacer algo, y darnos cuenta de que el mundo está cambiando.