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Inconstitucionalidad del día de la Biblia
Tres temas importantes ocurrieron durante el fin de semana pasado, dos locales y uno foráneo.
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El día de la Biblia, decidido farisea e hipócritamente por el Congreso para congraciarse con los creyentes católicos o evangélicos y el catolicismo, es inconstitucional porque Guatemala tiene Estado laico declarado por varias constituciones desde el lejano 1871. Las cartas magnas posteriores lo han mantenido así, con libertad de cultos, separación entre iglesia y Estado, y derecho de religión. Al ser inconstitucional, no nace a la vida jurídica. No existe, aunque lo intenten diputados curuleros votantes, con la idea de engañar a quienes profesan alguna religión.
Es otra estulticia declararlo “de urgencia nacional”, figura jurídica en caso de catástrofes, plagas o graves perturbaciones civiles o políticas causantes de la interrupción de la vida social. Todo nace de la confusión de “ateo”, quien niega la existencia de Dios y “laico”, quien no pertenece a ninguna religión, o sea un sistema de creencias y dogmas (verdades de fe), normas morales individuales o sociales, prácticas y rituales con influencias en la cultura. Se puede ser laico y también aceptar la existencia de Dios al no ser ateo.
Los curuleros están desesperados buscando apoyo de fieles de algunas iglesias evangélicas históricas o recientes, estas caracterizadas por la disciplina en cobrar diezmos, obligatorios, para construir megatemplos, sobre todo pentecostales, parecidos a salones de espectáculos. Si se mantiene, agregará lo religioso a los graves problemas del país. Esto obliga a tener el día de la Torá judaica o el del Corán musulmán. No hacerlo es discriminación y por eso es un atraso histórico esa decisión mayoritaria del Congreso.
Trump dijo algunas frases sin sentido, como “no haber logrado nada pero estar cerca de lograrlo”, y por motivos desconocidos aconsejó a Zelenski aceptar las exigencias de Putin, es decir rendirse.
El Tren Maya. Como se esperaba, este tema fue tratado por los presidentes Sheinbaum y Arévalo, quien anunció su apoyo para crear una enorme zona ecológica, la segunda de América Latina después del Amazonas, lo cual sin duda es positivo, y también señaló la idea de una comunicación ferroviaria entre las ciudades vecinas Tecún Umán, en San Marcos, y Ciudad Hidalgo, Chiapas, solo separadas por el río Suchiate.
La presidenta visitante indicó claramente: el financiamiento de esa ampliación le toca a Guatemala. Entonces, por razones económicas urge decidir si se hace un tren guatemalteco e informar constantemente de planes y avances de los preparativos y de los resultados. Como sea, tal obra será inaugurada por otro gobierno. De lo conversado por los presidentes, lo más importante fue crear la mencionada zona ecológica. Salvar esa fuente de oxígeno es una tarea transnacional y de interés tanto del continente americano como del mundo.
Fracaso en Alaska. En la reunión Trump–Putin, el visitante fue claro ganador. Llegó, habló y venció, al no ceder en nada y lejos de ello avanzar en su posición invasora ante Ucrania, además de ver de cerca algunos poderosos aviones militares de Estados Unidos, cuya prensa comenzó desde el sábado a reproducir las críticas incluso de excolaboradores de Trump y hasta en Fox News. Fue un fiasco diplomático máximo al volverse un simple paseo de mandatarios. Trump exageró amabilidades y Putin se mantuvo imperturbable.
Trump dijo algunas frases sin sentido, como “no haber logrado nada pero estar cerca de lograrlo”, y por motivos desconocidos aconsejó a Zelenski aceptar las exigencias de Putin, es decir rendirse. A mi juicio, lo ocurrido es el fruto de tener amigos inexpertos, pero obedientes, en los puestos clave. En estas reuniones no hay lugar para empates; siempre alguien gana y alguien pierde. Ahora el interés del mundo se centra en conocer los análisis de expertos para descubrir la profundidad de los efectos inmediatos o próximos.