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Paz llega con 20 países y muchas preguntas
¿Cómo se asegurará que la gobernanza de Gaza no vuelva a verse copada por la intolerancia antisionista de Hamás, que fue a la larga el gran detonante de la devastación?
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Tensa esperanza, alivio entre incertidumbres y muchas preguntas deja en el aire el acuerdo que pone fin a las hostilidades entre Israel y el grupo extremista Hamás. Desde el ataque de Hamás del 7 de octubre del 2023, las víctimas del lado israelí ascienden a cerca de dos mil fallecidos, según diversos reportes de octubre del 2025. La cifra incluye a las mil 200 personas, en su mayoría civiles, que murieron en la incursión inicial de Hamás. Este conflicto, además, ha dejado más de 67 mil palestinos muertos, la mayoría mujeres y niños, pero cabe señalar que la ofensiva israelí ocurrió tras el mortífero y artero ataque de extremistas palestinos.
La ciudad egipcia de Sharm el-Sheikh fue la sede del emblemático encuentro internacional, en el cual no estuvieron ni Israel ni la Autoridad Nacional Palestina. Previo a la cumbre, se produjo la liberación de rehenes israelíes sobrevivientes, así como de presos palestinos, como gestos de voluntad de cese de las hostilidades. La poderosa ofensiva israelí llegó a tener blancos en Irán, Qatar, Siria y Líbano, pero ello, sumado a la crisis humanitaria en Gaza, hacía ya inmanejable el desgaste político, diplomático y también económico.
Las acusaciones de supuesto genocidio y la intransigencia hamasista llegaron a poner el diálogo en punto muerto, literalmente. Hace un mes, un ataque de Israel contra líderes de Hamás en Qatar —un aliado clave estadounidense— parecía poner en peligro las conversaciones, pero fue la piedra de toque utilizada por la Casa Blanca para proponer, el 25 de septiembre último, un plan que ahora parece convertirse en la primera victoria diplomática efectiva de Donald Trump. Si dura el alto al fuego, quizá afiance su pretensión de un hipotético Nobel de Paz.
De hecho, el acuerdo se llama Declaración Trump para la Paz y Prosperidad Duradera, y contiene varias condiciones para las partes. La fuerza de los países testigos de honor hace esperar que se consolide la expectativa. Pero en honor a la verdad, quedan demasiadas cuestiones pendientes de resolver y que suscitan polémicas locales y geopolíticas.
¿Cómo se asegurará que la gobernanza de Gaza no vuelva a verse copada por la intolerancia antisionista de Hamás, que fue a la larga el gran detonante de la devastación? ¿Quién supervisará y reforzará que no se reconstruyan los búnkeres y túneles utilizados por ese grupo? ¿Qué sanciones habrá para personas o grupos que insistan en agredir a Israel o a Palestina? ¿Cómo se perfila la discusión acerca de la pretensión de un Estado palestino? ¿Cejará Irán y otros grupos como Hezbolá en su pretensión de destruir a Israel? Pensando en proactivo: ¿quiénes apoyarán y en qué proporción la reconstrucción de la infraestructura civil en Gaza? ¿Cuándo se concretará la entrega de israelíes secuestrados que murieron bajo inhumanas condiciones? Podemos ser optimistas respecto de esta firma que ojalá permita la recuperación de la tranquilidad en esta área tan sensible. El turismo, principal motor de ingresos para Israel, ha caído a niveles inusitados debido a los riesgos y advertencias de viaje de múltiples países.
Pero la historia no miente, y en Sharm el-Sheikh ya se han firmado previos acuerdos, que al cabo de los años se han roto por múltiples variables que se enraízan en una animadversión atávica y una disputa territorial complicada. Por ahora, lo urgente es permitir que fluya la ayuda humanitaria, en alimentos, atención médica, escolaridad y reconstrucción del tejido social. Cabe señalar que Irán no aceptó ir a la cumbre, pese a ser un actor clave de las pendencias.