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Disciplina escolar: una oportunidad para recuperar valores
La apuesta de Bukele por normas estrictas en las escuelas salvadoreñas busca rescatar valores y disciplina en una sociedad que ha normalizado la indiferencia y el irrespeto.
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El Salvador ha sorprendido a la región con nuevas reglas en su sistema educativo. Con el respaldo del presidente Nayib Bukele, la ministra de Educación, Karla Trigueros, ha impulsado medidas que buscan transformar la vida escolar: uniformes completos y limpios, cortes de cabello adecuados, saludos formales, actos cívicos y un reglamento que premia la cortesía y sanciona la falta de respeto.
Más que uniformes y cortes de cabello, el cambio apunta a rescatar principios básicos que hoy parecen olvidados: respeto, cortesía y responsabilidad.
Aunque algunos critican estas normas como un retroceso autoritario, no se puede negar que representan un esfuerzo por devolver el orden y la disciplina a las aulas. En un país que ha vivido bajo la sombra de la violencia, la falta de límites y el desinterés por los valores básicos, estas medidas envían un mensaje claro: “la educación no solo debe formar en conocimientos, sino también en actitudes y comportamientos que favorezcan la convivencia”
No se trata de peinados ni de formalismos vacíos. El trasfondo de estas reglas es rescatar valores elementales. Decir “buenos días”, “por favor” o “gracias” no cuesta nada, pero abre la puerta a relaciones más humanas y respetuosas. Los lunes cívicos, lejos de ser un trámite, son un recordatorio de que cada estudiante pertenece a una comunidad más grande, con deberes y responsabilidades hacia su país.
La disciplina, bien entendida, no reprime, sino que libera. Un ambiente ordenado en la escuela permite que los alumnos se concentren en aprender sin distracciones ni presiones externas. En un entorno donde por años las pandillas dictaron la forma de vestir o comportarse, establecer lineamientos claros devuelve seguridad y equilibrio a los jóvenes.
Los maestros también tienen aquí una gran oportunidad. Con estas normas, vuelven a ocupar un rol central en la formación integral, no solo como transmisores de conocimientos, sino como guías en la construcción del carácter y los valores de sus alumnos. Claro está, el Estado debe respaldar este esfuerzo, especialmente apoyando a las familias más vulnerables para que nadie quede excluido por falta de recursos.
Ahora bien, conviene hacer una reflexión más amplia: ¿por qué resulta tan necesario insistir en la disciplina? La respuesta está en la realidad cotidiana. Hoy vemos como normales actitudes que erosionan la convivencia: llegar tarde sin disculparse, hablar con groserías, ignorar a los adultos, despreciar los símbolos nacionales o restarle importancia al esfuerzo académico. Todo se justifica en nombre de la libertad o la autenticidad, cuando en realidad refleja una pérdida de referentes éticos.
La disciplina escolar puede ser el antídoto frente a esa indiferencia que se ha instalado en la sociedad. Si la escuela no corrige estas tendencias, se corre el riesgo de formar generaciones que confundan la grosería con sinceridad, la apatía con modernidad y la indisciplina con libertad.
Por eso, más que un conjunto de reglas superficiales, estas medidas deben entenderse como una herramienta pedagógica para devolver valor a lo esencial: respeto, responsabilidad, honestidad y amor a la comunidad. Si El Salvador logra consolidar este enfoque, no solo estará cambiando el aspecto externo de sus estudiantes, sino sembrando en ellos la semilla de un futuro distinto.
La verdadera innovación educativa no consiste únicamente en usar tecnología o mejorar currículos, sino en reafirmar los valores humanos universales que hoy parecen olvidados. Disciplina y civismo no son cadenas, sino la base de una ciudadanía responsable. Recuperarlos en la escuela es, sin duda, un paso necesario para transformar la sociedad desde sus raíces.
Y, ¿por qué no? En Guatemala, en lugar de criticar decisiones como estas, reflexionamos sobre cómo podemos rescatar los valores que se inculcaban a nuestros alumnos en el pasado y proponemos una mejor disciplina escolar. Actualmente, se están dando capacitaciones en derechos humanos que empoderan a los alumnos, reaccionando con rebeldía hacia sus docentes, olvidando los derechos humanos de los profesores y el respeto hacia ellos.