Recintos del tiempo

Recintos del tiempo

Los museos son casas del tiempo y la vida pasada.

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Resumen Automático

18/05/2025 00:05
Fuente: Prensa Libre 

Durante demasiado tiempo la palabra museo se ha asociado más con el pasado, lo antiguo e incluso con lo caduco, cuando en realidad un museo es un punto de partida para el aprendizaje, para la valoración presente y la configuración de saberes y creatividades futuras en diversos campos. Esta contraposición no constituye contradicción, sino una fusión de tiempos y vidas, un contacto concreto entre épocas y culturas que se hace más necesario en tiempos de abundante virtualidad y artificialidad.

En efecto, el Museion estaba en Alejandría hacia el siglo III antes de Cristo, y su nombre indicaba su origen: era el templo de las musas, esas míticas figuras griegas que simbolizaban y protegían artes del saber y la creatividad, como la música, la comedia, la tragedia, la danza, la poesía, la expresión retórica, la astronomía y, por supuesto, la historia. Fue, sin embargo, durante la época del racionalismo y la ilustración que se comenzó a revalorar y tratar de atesorar las huellas de las culturas de la humanidad a través de recintos en los que se resguardan y clasifican estos testimonios.

Guatemala es poseedora de una gran riqueza arqueológica, prehispánica, colonial y republicana, parte de la cual se encuentra a la vista de todos en estos espacios de conocimiento. Existen en el país alrededor de 70 museos, la mayoría dedicados a la historia natural y social, así como a los hallazgos de vestigios de la civilización maya. Dicho sea de paso, aunque el Museo Nacional de Arqueología tiene una rica colección, hay un inmenso acervo de piezas guatemaltecas fuera del país, que salieron en los siglos XIX y XX, cuando no existían regulaciones gubernamentales.

Si bien es cierto que muchas de estas joyas son objeto de estudio y digna conservación en importantes museos de Estados Unidos y Europa, todavía son ilustres desconocidas en la tierra de donde salieron. En todo caso, proyectos como el de un gran museo maya de Guatemala se quedaron varados a causa de la ignorancia y la miopía de sucesivas administraciones, al punto de ser en este tiempo casi una utopía. Paradójicamente, la admiración que despierta esa cultura podría convertir a tal proyecto en núcleo de una estrategia de turismo cultural.

Entretanto, es necesario resaltar el aporte de instituciones gubernamentales, municipales y privadas que mantienen en pie los museos guatemaltecos. A 48 años de la declaratoria del 18 de mayo como Día Internacional de los Museos, es innegable el entusiasmo con el cual estos recintos organizan eventos, recorridos, encuentros, conversatorios, conferencias y actividades lúdicas que le vuelven a dar un nuevo porvenir a objetos y contextos pretéritos mediante la generación de ideas, reflexión y propuesta.

Depende de los adultos en las familias, de docentes o impulsores de la educación propiciar esas inmersiones de aprendizaje, no solo para ver, sino para comprender otras otras realidades que acontecieron en este suelo. Se necesita de más inversión en los museos estatales para la modernización, innovación tecnológica y la participación comunitaria. Los museos son casas del tiempo y la vida pasada: desde la paleontología hasta los textiles tradicionales, desde las vasijas y mayas hasta los aparatos del siglo XX que ya quedaron atrás. Es necesario saber admirar el ingenio, el progreso y las lecciones de ayer.