Un nuevo vuelo con migrantes guatemaltecos deportados desde Estados Unidos aterrizó este jueves en el país, marcando el quinto arribo de este tipo en la última semana, según informó el Instituto Guatemalteco de Migración (IGM). La aeronave, operada por el ejército estadounidense, llegó a la Fuerza Aérea Guatemalteca, ubicada en la zona 13 de la capital, donde las autoridades locales activaron los protocolos de recepción y asistencia para los retornados.

El vuelo, procedente de El Paso, Texas, transportaba a 80 migrantes, entre los cuales se encontraban 56 hombres, 20 mujeres, cuatro menores no acompañados y cuatro unidades familiares. Con este último grupo, la cifra de guatemaltecos deportados en la semana asciende a 455, en el marco del programa de deportaciones aceleradas implementado por el gobierno de Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump.

Este programa, que ha sido una piedra angular de la política migratoria de Trump, busca agilizar los procesos de expulsión de migrantes indocumentados, priorizando la reducción de tiempos y costos. Sin embargo, ha generado controversia tanto en Estados Unidos como en los países de origen de los deportados, debido a las condiciones en las que se realizan los traslados.

Algunos de los retornados denunciaron que durante el vuelo fueron esposados de manos y pies, y sujetos con una faja en la cintura, lo que ha levantado críticas por parte de organizaciones de derechos humanos. Estas prácticas, según los defensores de migrantes, podrían constituir tratos inhumanos o degradantes, especialmente en el caso de menores no acompañados y familias.

El gobierno guatemalteco, por su parte, ha reiterado su compromiso de brindar asistencia humanitaria a los retornados, incluyendo atención médica, psicológica y apoyo para su reintegración en sus comunidades de origen. No obstante, la llegada masiva de deportados representa un desafío adicional para un país que ya enfrenta graves problemas económicos y sociales.

Mientras tanto, las políticas migratorias de Trump continúan siendo un tema de debate tanto en Estados Unidos como en Centroamérica, donde miles de familias han sido separadas o forzadas a regresar a sus países en medio de condiciones precarias. Este último vuelo es un recordatorio más de los efectos concretos de estas medidas en la vida de miles de migrantes.

“Nos pusieron esposas en las manos y en los pies, atados de la cintura. Así nos llevaron todo el viaje y hasta que llegamos a Guatemala nos los quitaron”, relató un migrante.

Entre los deportados se encontraba una mujer en silla de ruedas y otra en estado de gestación. Algunos fueron trasladados a un albergue en la zona 5 para recibir atención temporal.

Una deportada, originaria de Alta Verapaz, contó que pasó mes y medio en Brusly, Luisiana, y cinco días detenida en El Paso. Su objetivo era que su bebé naciera en Estados Unidos, pero fue deportada.

Otro migrante de 18 años relató que estuvo detenido ocho días antes de su deportación.

Por su parte, un hombre de 28 años describió las dificultades de su travesía para cruzar la frontera.

El IGM aseguró que los migrantes reciben asistencia médica, psicosocial, alimentación y transporte a su llegada. Además, se activó un protocolo especial para la recepción y reintegración de menores migrantes, tanto acompañados como no acompañados.

Los vuelos de deportación son recibidos en el marco del Plan de Gobierno “Retorno al Hogar”, que busca la reinserción sostenible de los migrantes en el país. Las autoridades continúan evaluando sus condiciones y brindando apoyo para su proceso de adaptación.

Redacción: Andrea Palacios