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El cuidado de las laderas
Este invierno ha expuesto un serio problema que se suma al ya tradicional mal estado de nuestras carreteras y es el descuido en muchas de las laderas, lo que ha generado una serie de derrumbes que en muchos casos paralizan por completo el tráfico o, por lo menos, lo dificultan mucho más de lo duro […]
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Este invierno ha expuesto un serio problema que se suma al ya tradicional mal estado de nuestras carreteras y es el descuido en muchas de las laderas, lo que ha generado una serie de derrumbes que en muchos casos paralizan por completo el tráfico o, por lo menos, lo dificultan mucho más de lo duro que ya es movilizarse en el país. El Ministerio de Comunicaciones ha explicado que por ley ellos deben y pueden trabajar en el derecho de vía, que generalmente se limita a cuarenta metros a cada uno de los lados de las pistas, lo que no les permite realizar labores de contención en las laderas, tarea que está prácticamente abandonada.
A ello se debe sumar el desarrollo de muchos proyectos habitacionales en las partes altas de esas montañas, los cuales son ejecutados con permisos tramitados ante las respectivas municipalidades sin que se ponga especial interés y atención al efecto que tiene la deforestación que se vuelve necesaria para facilitar el desarrollo inmobiliario, pero que forzosamente necesita medidas de mitigación. En las últimas semanas hemos visto que muchas de las carreteras principales, por las que circulan miles de vehículos diariamente, han tenido que ser cerradas por deslaves que impiden el paso de cualquier tipo de vehículos. Los casos de Boca del Monte y la carretera a El Salvador son muy ilustrativos de un problema que se extiende por todo el país.
No es fácil buscar solución a ese tema porque están en juego situaciones como las características peculiares del terreno en muchas partes y el derecho de los propietarios a realizar desarrollos; obviamente muchas de las municipalidades que autorizan tales proyectos no se interesan en asegurar que haya un esfuerzo por evitar el desmoronamiento de las montañas con los aguaceros que cada vez están más severos y cuya gravedad apunta a incrementarse luego de que la mayor potencia mundial (y generadora de la mayor cantidad de gases con efecto invernadero) decidió salir del acuerdo mundial para la protección del medio ambiente.
Es de hacer ver que por naturaleza, en todas las sociedades la atención se centra en este tipo de problemas cuando hay crisis, pero superada ésta, como ocurrirá con el fin del invierno, vamos a olvidar el tema y no haremos nada, ni siquiera hablar del asunto, hasta que nuevamente tengamos que enfrentar otra serie de calamidades como las de estas últimas semanas.
El gobierno tendría que entender la grave dimensión del problema y trabajar en el diseño de una política que atienda cuestiones como el de la inseguridad de las laderas en casi todas las carreteras del país y trabajar, junto a los municipios, en acciones preventivas que eviten tan grosero daño.
El problema es que este reto se viene a sumar al rosario de problemas que ya tenemos y que no hemos atinado a enfrentar.