El cambio climático está ejerciendo una presión creciente sobre América Latina, y Guatemala no es una excepción. Tradicionalmente conocida como “el país de la eterna primavera” por su clima agradable, Guatemala ahora enfrenta graves consecuencias debido al cambio climático, que intensifica fenómenos naturales y afecta la disponibilidad de recursos esenciales.

Según el Banco Mundial, el cambio climático es uno de los mayores desafíos globales actuales, con sequías, variaciones extremas de temperatura, derretimiento de glaciares e inundaciones que se vuelven cada vez más persistentes.

Este calentamiento global está generando un estrés hídrico en la región, con una creciente preocupación por la disponibilidad de agua. Se estima que para 2030, la diferencia entre la demanda y el suministro de agua a nivel mundial será del 40%.

En Guatemala, estas alteraciones se manifiestan en condiciones climáticas extremas. Las sequías prolongadas y lluvias intensas afectan tanto la producción agrícola como la seguridad alimentaria.

Además, el fenómeno del Niño, asociado con el calentamiento del Océano Pacífico, intensifica las lluvias y contribuye a la proliferación de enfermedades como zika, chikungunya y dengue.

La sobreexplotación de acuíferos, la contaminación del agua y la creciente demanda exacerban la crisis.

La oferta de agua se ve comprometida, afectando no solo a la población sino también a la agricultura y los ecosistemas locales. Este panorama subraya la urgente necesidad de estrategias efectivas para mitigar los impactos del cambio climático y asegurar recursos para las generaciones futuras.

Redacción: Roxana de León