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Índice marca desafíos de transformación edil
Guatemala está ante un desafío sin precedentes: mejorar la competitividad real, que genera negocios, empleo e inversiones.
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El variopinto conjunto de alcaldes de Guatemala tiene de todo, desde verdaderos promotores de la innovación, la competitividad y la cuentadancia hasta auténticos lastres para el desarrollo que únicamente se preocupan por nimiedades. Lo peor de todo es que hay ciertos jefes ediles grandilocuentes pero a la vez incoherentes en cuanto a sus prioridades. Les gusta que los elogien, que les digan líder, pero son intolerantes a la crítica y adictos al clientelismo. En todo caso, lo que habla son los resultados, pero deben ser juzgados a partir del contexto en el cual trabajan, la dimensión de sus demarcaciones y las variables socioeconómicas, culturales e incluso geográficas, incluyendo la proximidad al distrito capitalino, un factor común a varias comunas que suelen encabezar posiciones en el índice de competitividad local (ICL), evaluado desde hace una década por la Fundación para el Desarrollo y que permite observar algunas correlaciones, continuidades y también rezagos.
En la edición 2025 del ICL se puede ver una Guatemala de contrastes: ciertos avances en infraestructura y entorno económico en algunas áreas, pero se retrocede en dinamismo de negocios y calidad institucional. Esto es fácilmente explicable a través de cierta distorsión politiquera inducida en la labor edil: creer que solo la obra física marca trascendencia y avance, cuando en realidad el verdadero cambio se da a nivel de funcionalidad, cuentadancia y gestión eficaz de recursos económicos, humanos y estratégicos.
Los datos muestran 183 municipios que mejoraron en la clasificación global, pero 157 retrocedieron. Una visión crítica detecta más estancamiento que transformación. Un municipio no puede prosperar solo, mientras sus vecinos padecen deficiencias.
Y justo allí radica uno de los problemas conceptuales que manejan ciertas alcaldías. El principio constitucional de autonomía municipal no es que cada comuna haga lo que se le dé la gana o que solo se coordine entre ediles que votan por un mismo aspirante a presidir la Asociación Nacional de Municipalidades (Anam). De hecho, esta entidad, que debería coordinar y aglutinar esfuerzos conjuntos de desarrollo, ha sido opositora a grandes procesos, como la clasificación de desechos o el tratamiento de aguas residuales, a causa de una dirigencia obtusa.
El liderazgo del municipio de Guatemala en esta lista obviamente se debe a la enorme actividad económica, industrial, educativa y de servicios. Varios municipios circunvecinos también están entre la veintena de primeros lugares, pero asimismo es llamativa la mejora de varios municipios entre los cuales hay ciudades intermedias. Lamentablemente, 287 de 340 municipios retrocedieron en dinamismo de negocios, el pilar con peor desempeño nacional evaluado por el ICL.
Así también, no es sorpresa que existan deficiencias administrativas, de conectividad y cuentadancia que pasan factura en el análisis estadístico. Existen municipios donde ni siquiera las calzadas de acceso están en buen estado, carentes de planes de ordenamiento territorial o con abundantes programas que impulsan el clientelismo, pero no el desarrollo integral. Si a esto se suma el retraso en la inversión vial, pilar del crecimiento competitivo, Guatemala está ante un desafío sin precedentes: mejorar la competitividad real, que genera negocios, empleo e inversiones. Pero vea usted la magra y errática ejecución de recursos de los Codedes, que no supera el 30% y para el próximo año tendrán el cuádruple de lo ejecutado, sin que existan planes coordinados de gasto auditable.