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Vocación del papa León XIV habría comenzado en la cocina de su madre, donde comían sacerdotes
La vocación del nuevo papa León XIV pudo haberse gestado en su infancia, en el calor de la cocina familiar, donde sacerdotes frecuentaban el hogar atraídos por la sazón de su madre.
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La madre del papa León XIV era una experta cocinera que servía alimentos a varios sacerdotes, lo que habría despertado en Robert Prevost el interés por los hábitos, según medios internacionales.
Mildred Martínez, madre de León XIV y nieta de españoles, era bibliotecaria y buena cocinera. Su sazón atraía a varios sacerdotes que frecuentaban su mesa, por lo que se cree que el nuevo papa, de 69 años, tuvo claro desde niño que su vocación sería el sacerdocio.
Por ello se afirma que al nuevo papa la vocación le vino desde casa, en Dolton, un suburbio de Illinois a 35 kilómetros de Chicago, en Estados Unidos, donde la cocina de Mildred Martínez Prevost tenía tal fama que los sacerdotes que trataban con su esposo, Louis, buscaban cualquier excusa para comer en el hogar del joven Prevost.
Martínez tenía un perfil avanzado para su época: nació en 1911 y entró a la universidad a los 34 años, tras estudiar un grado en Biblioteconomía y una maestría en la universidad católica DePaul. Dos de las hermanas de Mildred se ordenaron monjas, y Louis, además de director de colegio, era catequista.
La familia del ahora papa León XIV asistía todos los días a la parroquia Santa María de la Asunción, donde los Prevost eran omnipresentes. El futuro pontífice creció con la Iglesia y rodeado de hábitos. A los 14 años eligió el seminario en vez del instituto agustino Mendel, donde estudiaron sus hermanos y trabajaba su madre, quien además cantaba en el coro, presidía o participaba en distintas sociedades laicas, ayudaba en la parroquia y colaboraba con sus conocimientos.
Prevost nació en 1955 en Chicago y tiene también orígenes franceses e italianos por parte de padre. Su carrera eclesiástica comenzó con el noviciado agustino de Saint Louis donde, en 1981, asumió sus votos. Luego siguieron los estudios en Teología y un viaje a Roma para cursar Derecho Canónico.
Tras ordenarse sacerdote en 1982, con 28 años, fue enviado a lo que se convertiría en su segundo país: Perú, a través de la misión de Chulucanas, en Piura (1985-1986).
Ese fue el primer paso de un largo camino en Latinoamérica que prosiguió en 1988 en la misión peruana de Trujillo, donde seleccionaba vocaciones agustinas en ciudades como Chulucanas, Iquitos y Apurímac, y ejerció otros cargos durante una década en esa arquidiócesis.
Prevost también tiene una dilatada experiencia docente en su país, además de haber sido prior general del Capítulo Agustino de Chicago, hasta que en 2014, desde Roma, el papa Francisco lo nombró administrador apostólico de la diócesis peruana de Chiclayo.
Un año después fue nombrado obispo de Chiclayo y, desde 2018, se desempeñó como segundo vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Perú, donde enfrentó, entre otros asuntos, la grave crisis por los abusos del grupo Sodalicio de Vida Cristiana, disuelto este año por el papa.
Tras un lustro en Perú, en 2023 el pontífice argentino lo llamó a Roma para nombrarlo cardenal y prefecto del Dicasterio para los Obispos, el ministerio vaticano que elige a los monseñores de todo el mundo.
Al frente de esa poderosa institución, que controla una extensa red de prelados en el planeta, asistió también a las pugnas de su mentor, el papa Francisco, con los sectores conservadores, como quedó de manifiesto con la destitución del obispo estadounidense Joseph Strickland, en noviembre de 2023, por deslealtad con la Santa Sede.
Francisco también lo designó presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, debido a su profundo conocimiento de la realidad y las periferias del subcontinente.
Su rol de “ojeador” de obispos y su experiencia sudamericana hacen que Prevost mantenga un contacto continuo con la jerarquía eclesiástica global, sobre todo en América, región que concentra la mitad de los católicos del mundo (unos 637 millones en 2004).
Su elección como pontífice es novedosa no solo por su edad —69 años, considerada joven en la curia—, sino también porque se convierte en el primer papa procedente del corazón de una potencia mundial: Estados Unidos.
En cuanto a magisterio, aunque cauto, se ha expresado en línea con el papa Francisco, defendiendo la idea de un clero cercano al pueblo, diametralmente opuesto a la figura de un directivo o gestor.
Sobre la lacra de los abusos que ha sacudido a la Iglesia en los últimos años —y que el pontífice argentino ha afrontado— ha señalado la obligación de “ser transparente y acompañar a las víctimas”.