Genocidio en Palestina

Genocidio en Palestina

Que nunca nos dejen de importar y de doler los niños y niñas que han sido y serán asesinados.

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Resumen Automático

18/09/2025 00:05
Fuente: Prensa Libre 

Ningún genocidio surge espontáneamente; es el clímax de modos sociales hegemónicos de operar. No es un hecho aislado inventado al azar, sino una práctica social criminal, estratégicamente diseñada y planificada para destruir y reorganizar una sociedad y las relaciones que se dan en ella. Recordemos en Guatemala el Plan Sofía, la tierra arrasada en poblaciones principalmente indígenas, la instauración de una nueva religión y una nueva narrativa después de las masacres y la ruptura del tejido social. El genocidio que aquí se vivió rompió a la sociedad guatemalteca, y no para bien. Que hablen las estadísticas actuales de desnutrición, analfabetismo, pobreza, desigualdad, migración, violencia, impunidad y corrupción.


Hay teóricos que hablan del genocidio como una narración histórica, lo cual nos pide unir los tres modos existentes para analizar una narración: el andamiaje discursivo, el argumentativo y la implicación ideológica, que se definen y articulan mutuamente. En la Alemania nazi y en la Argentina de la Operación Cóndor, los campos de concentración fueron un dispositivo fundamental de la práctica social genocida, dice Daniel Feierstein en su libro El genocidio como práctica social. En Guatemala, las aldeas modelo podrían ser leídas en este sentido. En los tres países, el racismo y el abuso de poder fueron el caldo de cultivo perfecto para la práctica genocida, que se sustentó en el terror, la desconfianza hacia el otro, el escepticismo o la ausencia de humanidad y solidaridad.


“Un país sensato no libra una guerra contra civiles, no mata bebés como pasatiempo y no participa en desplazamientos masivos de población”, dijo Yair Golan, ex subjefe del Estado Mayor del ejército israelí, en una entrevista reciente. El régimen de Benjamín Netanyahu tiene aproximadamente a dos millones de personas palestinas en una especie de apartheid, donde aproximadamente 14.000 bebés enfrentan una grave desnutrición por la crisis alimentaria. Este es el dispositivo fundamental del genocidio que se está cometiendo: Israel tiene acorralada, desde hace casi dos décadas, a la población palestina en la Franja de Gaza.

Que nos indigne, como especie, nuestra esperanza mutilada.


¿En qué clave leemos el andamiaje discursivo, argumentativo e ideológico israelí, si, hace poco más de un año, su ministro de Finanzas declaraba que dejar morir de hambre a los dos millones de palestinos de Gaza era “justificado y moral”? ¿Cómo negar el genocidio cuando el exdiputado Moshe Feiglin, cercano a Netanyahu, pidió construir asentamientos para los israelíes en Gaza después de la ocupación, y afirmó: “Ni un solo niño palestino debería permanecer aquí.(…) Estamos en guerra contra la existencia de Gaza (…) cada niño que amamante ahora (en Gaza) matará a tu hijo 15 años después”? No se puede tampoco permanecer indiferente a las declaraciones del ministro de Patrimonio, que dice: “El ejército debe encontrar maneras más dolorosas que la muerte para los civiles de Gaza. Matarlos no es suficiente”. Son todas expresiones de un sistema enfermo y podrido de odio, que ejecuta un proyecto genocida racista, colonizador y deshumanizante.


Finalmente, la Unión Europea (UE) se ha pronunciado por el genocidio, y Úrsula von der Leyen, presidenta de la Comisión, ha anunciado la “suspensión parcial” del Acuerdo de Asociación de la UE con Israel. Y es que ¿cómo normalizar estos crímenes de lesa humanidad? ¿Cómo puede nuestra clase política no pronunciarse ante el exterminio más brutal de este tiempo? Más de 65 mil personas han sido asesinadas en Gaza y “más de 18.000 niños han sido asesinados desde el comienzo del conflicto…” (Unicef). Israel está ejerciendo la tortura y la crueldad, está liderando la barbarie. Que nunca seamos indiferentes a las guerras y genocidios. Que nunca nos dejen de importar y de doler los niños y niñas que han sido y serán asesinados. Que nos indigne, como especie, nuestra esperanza mutilada.