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Las elecciones en EE. UU. muestran que la ventaja de Trump sobre la economía se desvanece
Los demócratas aprovecharon la preocupación por el coste de la vida y las encuestas muestran que la posición ventajosa de los republicanos sobre el tema económico se ha evaporado.
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Hace un año, el presidente Donald Trump ganó la Presidencia con la promesa de arreglar la economía. El martes último, las derrotas de los republicanos fueron un recordatorio del alto precio político que paga el partido en el poder cuando los votantes siguen sintiéndose presionados. El propio Trump no figuraba en la papeleta electoral, y no celebró mítines en ninguno de los estados en los que se eligieron nuevas gobernadoras el martes. Pero el presidente, de todos modos, fue un personaje central en las campañas, una presencia constante en la publicidad de los demócratas y de sus argumentos electorales.
Las victorias demócratas en Nueva Jersey y Virginia se basaron en las promesas de hacerle frente al altísimo coste de la vida en esos estados, al tiempo que culpaban a Trump y a sus aliados de todo lo que aqueja a esos lugares. En la Ciudad de Nueva York, el repentino ascenso del alcalde electo Zohran Mamdani, un socialdemócrata con un ambicioso programa para reducir el coste de la vida, enfatizó la asequibilidad como fuerza política en el 2025. Los resultados del martes vinieron tras un aluvión de encuestas que mostraron que Trump y el Partido Republicano vieron evaporarse su ventaja de larga data en la gestión de la economía.
“Hace exactamente un año tuvimos esa gran y hermosa victoria, exactamente un año”, dijo Trump el miércoles recién pasado en un desayuno con senadores republicanos en la Casa Blanca. “Y anoche no se esperaba que fuera una victoria —eran áreas muy demócratas—, pero no creo que haya sido algo bueno para los republicanos”. El propio enfoque sinuoso de Trump sobre la economía les ha dado mucho material a los demócratas. Trump derribó el ala este de la Casa Blanca para construir un nuevo salón de baile, remodeló suntuosamente el cuarto de baño de Lincoln, pavimentó la Rosaleda para construir un patio como el de Mar-a-Lago y organizó una fiesta de Halloween al estilo de El gran Gatsby, con el lema “Una pequeña fiesta nunca ha matado a nadie”, durante un cierre de la Administración y en vísperas de recortes en la ayuda alimentaria.
“Trump es indiferente al dolor que sienten las familias estadounidenses”, dijo la congresista Suzan DelBene, por el estado de Washington, quien dirige la campaña de los demócratas de la Cámara de los Representantes de cara a las elecciones legislativas del 2026. Solo el 30% de los votantes cree que Trump ha estado a la altura de sus expectativas a la hora de abordar la inflación y el coste de la vida, según una reciente encuesta de NBC News, su cifra más baja en cualquier cuestión planteada. Y un escaso 27% de los votantes de una encuesta de CNN de finales de octubre dijo que las políticas de Trump habían mejorado las condiciones económicas del país, menos de la mitad de quienes pensaban que había empeorado las cosas”. Trump prometió reducir los costes el primer día”, dijo DelBene. “Es una gran promesa incumplida del Partido Republicano”.
Abigail Spanberger, excongresista demócrata, se hizo con la gobernatura de Virginia con una campaña que destacaba las consecuencias, para la economía de ese estado, de los esfuerzos de Trump por desmantelar partes del Gobierno federal. Mikie Sherrill, legislador durante cuatro mandatos, ganó con una plataforma que incluía en forma destacada la promesa de que el primer día de su mandato declararía el estado de emergencia en los costes de los servicios públicos y congelaría las tarifas. Ambas ganaron por diferencia de dos dígitos. La contienda de Nueva Jersey fue especialmente reveladora porque el candidato republicano, Jack Ciattarelli, había intentado aprovechar la misma frustración que sienten los votantes por el statu quo económico y dirigir esa rabia contra los demócratas que controlan el gobierno del estado.
Pero los anuncios que habían atacado a Sherrill como “más de lo mismo, pero peor” acabaron fracasando. Kiersten Pels, vocera del Comité Nacional Republicano, dijo que “estas elecciones de fin de año en estados profundamente demócratas no predicen el 2026″. Insistió en que los votantes seguían confiando en Trump y que los demócratas se habían ido “muy a la izquierda”. El ascenso de Mamdani desde el anonimato al estrellato nacional demostró el poder movilizador de la asequibilidad para los demócratas. Mamdani utilizó una campaña centrada en promesas específicas y de amplio alcance para derrotar a un exgobernador antaño poderoso, Andrew Cuomo.
Mamdani contrastó su propio enfoque económico con la mirada errante del mandatario sobre el tema, y en ocasiones afirmó que Trump había ganado con tres promesas en el 2024 —castigar a sus enemigos, ejecutar deportaciones masivas y aliviar el coste de la vida—, pero solo había cumplido las dos primeras. Robert Blizzard, encuestador republicano, advirtió a su partido de que no descartase a Mamdani y su “enfoque puntual” sobre la asequibilidad, incluso cuando los estrategas republicanos estaban ansiosos por convertir al socialdemócrata de 34 años en el próximo rostro del Partido Demócrata.
“No se limiten a atribuir la victoria de Mamdani a un candidato woke que gana en una ciudad woke”, dijo Blizzard. “Es una llamada de atención a los legisladores de ambos bandos sobre la importancia de centrar las campañas en el coste y la asequibilidad”. En Washington D. C., los demócratas del Congreso han abierto un frente en la guerra de la asequibilidad a través de un cierre de la Administración que es ya el más largo de la historia estadounidense. Hasta ahora, los demócratas del Senado se niegan a votar por la reapertura a menos que los republicanos y Trump acuerden abordar los costes de la atención a la salud, que aumentan a medida que caducan las subvenciones federales.
Pero la dinámica política en juego el martes fue sencilla y familiar. Los votantes están descontentos con la economía y empiezan a culpar a los republicanos en lugar de a los demócratas. En cierto modo, Trump se encuentra en la poco envidiable posición en la que estaban los demócratas hace un año, e instan a los votantes a no creer en sus propios ojos —o carteras— cuando se trata de la economía. “No tenemos inflación”, insistió Trump el domingo último en 60 Minutes. (Hay inflación). “Los precios de nuestros comestibles han bajado”, dijo. (Los precios de los comestibles han subido).
“No, estamos en buena forma”, replicó Trump en otro momento de la entrevista. “Este país está en plena forma. Estamos preparados para arrasar”. Las encuestas muestran que el electorado opina lo contrario. “La gente no es tonta”, dijo en una entrevista el senador demócrata por Connecticut Chris Murphy. “Saben que los precios no están bajando”. Esto no significa que los votantes confíen de repente en los demócratas: la aprobación del partido se situó en el 29 por ciento en la reciente encuesta de CNN. Pero sí significa que los republicanos han perdido el beneficio de la duda.
Hace solo dos años, en septiembre de 2023, los votantes les daban a los republicanos una ventaja de unos 20 puntos porcentuales en temas de economía en una encuesta de la NBC. Ahora, demócratas y republicanos están estadísticamente empatados. En particular, los votantes han confiado en Trump en cuestiones económicas desde que entró en la escena política, con una reputación forjada durante una década como presentador del popular programa de televisión El Aprendiz y la imagen de un hombre de negocios resolutivo. Los demócratas han tratado de reducir los logros que Trump consiguió entre los votantes de clase trabajadora en 2024 desde que juró el cargo rodeado de algunos de los hombres más ricos del mundo: entre ellos, Elon Musk de Tesla, Jeff Bezos de Amazon, Mark Zuckerberg de Meta y Sundar Pichai de Google.
Es una llamada de atención a los legisladores de ambos bandos sobre la importancia de centrar las campañas en el coste y la asequibilidad.
“Nuestro enfoque en un programa económico es, sin duda, deliberado”, dijo en una entrevista Ken Martin, presidente del Comité Nacional Demócrata. Los republicanos no están cediendo en la lucha por la asequibilidad. En un mitin telefónico en vísperas de las elecciones, Trump había presentado a Ciattarelli como el candidato del “costo de la vida”. Y en Washington, Trump tiene sin duda un programa económico. Ha impulsado aranceles radicales como panacea para los problemas económicos de Estados Unidos. Aunque sus aranceles de amplio alcance sobre las importaciones no han provocado el retroceso del mercado que muchos economistas habían previsto, estos afirman que los aranceles están elevando los precios para los consumidores estadounidenses.
Un informe de Goldman Sachs dijo que los consumidores estaban soportando la mayor parte de los costos el mes pasado. Los republicanos del Congreso también aprobaron un amplio proyecto de ley de política interior, firmado por Trump, que recortaba drásticamente los impuestos e introducía recortes en Medicaid y otros programas sociales. Pero después de que las encuestas mostraran que la legislación era impopular entre los votantes, los republicanos le cambiaron el nombre de forma no tan sutil, pasando de la “Ley grande y hermosa” a la “Ley de recorte fiscal para las familias trabajadoras”.