El esqueleto en la ventana: cuarenta años después esta historia nos sigue dando escalofríos

El esqueleto en la ventana: cuarenta años después esta historia nos sigue dando escalofríos

Éramos niños cuando ocurrió y, aunque ya crecimos, mis primos y yo lo recordamos como si hubiera sido ayer. Siga leyendo esta historia de terror enviada por una lectora de Prensa Libre.

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Resumen Automático

29/10/2025 18:00
Fuente: Prensa Libre 

Del 28 al 31 de octubre lo invitamos a leer una selección de las historias de terror que compartieron algunos de los lectores que respondieron a esta convocatoria que hizo Prensa Libre a través de sus distintas plataformas. Entre estas, se elegirán cuatro para publicar en la Revista D del domingo 23 de noviembre.

Esta historia sucedió en una casa de Quetzaltenango, hace ya más de cuarenta años. Éramos seis primos; oscilábamos entre dos y diez años. Fuimos de paseo y nos quedamos en una vieja casa de unos familiares de mi padre. Por la noche encendieron unas candelas para poder alumbrarnos, ya que no había electricidad. A la hora de dormir, eso nos daba miedo, por lo que decidimos quedarnos todos en la misma habitación. Nos quedamos solos, ya que todos los adultos habían asistido a una reunión.

Tratábamos de dormir, pero resultaba incómodo estar ahí, solo con la luz de una candela. De repente, el más pequeño despertó llorando. Yo le dije a mi primo que trajera un pequeño radio de baterías que estaba en una mesita junto a la ventana; pensé que eso calmaría el llanto del pequeño.

Mi primo me dijo que no quería ir, que le daba miedo lo que había en la ventana. Yo volteé y recuerdo perfectamente lo que se visualizaba ahí: no sé bien cómo explicarlo, pero en la pequeña ventana se desdibujaba una figura de huesos flotando en la oscuridad, algo similar a una radiografía o rayos x. No tenía rostro, pero parecía mirarnos. Se veía un tronco, las costillas y una especie de cráneo.

Nos asustamos, pero no podíamos dejar de verlo y, a la vez, nos tapábamos la cara. Empezamos a preguntarnos qué era eso; no salíamos del asombro. Los demás despertaron y todos lo vimos.

El resplandor que emanaba era muy fuerte, pero iba palideciendo poco a poco, conforme amanecía, hasta que desapareció. En la habitación se empezó a sentir bastante frío; era imposible permanecer en ella, entonces todos salimos.

Al salir fuimos a buscar por fuera alguna señal de lo que habíamos visto, pero no encontramos nada. Decidimos ya no entrar a la habitación.

Cuando nos encontrábamos ya con nuestros padres, les contamos, pero nadie nos creyó. Cabe mencionar que mi padre nos contaba sucesos extraños que le sucedieron de pequeño en esa casa. Él nos dijo que quizás por eso nos vimos influenciados a experimentar algún suceso.

Hoy que han pasado los años, cuando nos reunimos, recordamos esa extraña noche. Nunca encontramos explicación a lo que pasó. Quizás fue un reflejo que, con la luz de la vela, se proyectaba, o algún cuadro o adorno que semejaba esa forma.

Pudo ser una broma de algún familiar, una visión colectiva, no sabemos exactamente, pero todos vimos eso que brillaba y flotaba en la ventana. Nunca sabremos si estaba afuera o adentro de aquella habitación.

Siempre que nos reunimos en familia recordamos nuestra anécdota. Nosotros le llamamos: El esqueleto en la ventana. Nos gusta contarla a las nuevas generaciones.