Termina la hora de los hornos

Termina la hora de los hornos

Se agota la vida de personajes de la generación del enfrentamiento armado.

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Resumen Automático

26/09/2025 00:00
Fuente: Prensa Libre 

Amaba de todo corazón a su país sin espavientos ni poses: estuvo dispuesto a dar su vida. Al fallar ese corazón, falleció Pedro Pablo Palma Lau (1952-2025), conocido como comandante Pancho. Nació en Quiriguá, donde la familia residía por el empleo del padre en las plantaciones de banano. Durante la década de 1960, la política derivó a un enfrentamiento armado cuya intensidad generó choques armados entre el ejército contra militares rebeldes aliados con grupos estudiantiles sublevados. En la región oriental del país ocurrió una actuación cruel y sin consideraciones legales. Aunque disminuyó la actuación de las organizaciones revolucionarias, no se transitó hacia una cultura de paz.

Los acuerdos de paz son posibles cuando la buena voluntad y el amor a la patria prevalecen.

Se graduó en la Normal de Chiquimula. En 1973, al ingresar a estudiar Arquitectura, la Universidad de San Carlos tenía una gran agitación política. Derivó hacia los partidarios de un cambio revolucionario en el país, abandonando sus estudios. Se integró en la Organización Revolucionaria del Pueblo en Armas (Orpa), bajo un programa donde se pedía una institucionalidad estatal basada en el carácter multicultural y transformaciones en la estructura agraria.

Con la entrega decidida de muchos militantes como él, se formaron destacamentos guerrilleros que confluyeron con otros grupos, con diferentes programas de cambio social; pero todos, sobre una base de lucha armada. Así se conformó la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG). Mientras tanto, el país estaba afectado por una violencia represiva al margen de la ley, reiteración de militares en cargos públicos a partir de elecciones amañadas y generalización de desapariciones de sindicalistas y dirigentes sociales, por parte de grupos clandestinos de derecha.

También entre los revolucionarios, a pesar de las orientaciones, se generaron abusos como secuestros. Sin embargo, los frentes trataban de mantener el derecho humanitario a pesar del rigor de la lucha armada. Pancho escribió El manual del buen guerrillero y El manual del oficial guerrillero, con sendos llamados a la hidalguía. En una entrevista sobre la década de 1980, le preguntaron si buscaban infringir muerte en sus adversarios. Contestó que las lesiones y pérdidas se habían producido en el campo del honor. Unos y otros se sabían en medio de un choque armado. No obstante, activistas de oenegés, insidiosos, buscaron ligarlo a hechos producidos por una unidad guerrillera cuando se encontraban sin dirección por su salida, debido al deterioro físico.

Muestra su intensa sensibilidad, con el libro Sierra Madre. Pasajes y perfiles de la guerra revolucionaria. Relatos cortos cargados de comprensión y respeto a la persona, donde a veces surge el humor. Durante la década de 1990, formó parte de la dirección de URNG, en las negociaciones de paz. Descubre un talante reflexivo, pero también crítico del revolucionario, en sus visitas al extranjero en Habana Hilton.

Después de la firma de la paz, participó en tareas gubernamentales, en la desaparecida Secretaría de Asuntos Agrarios. Cayó en la tentación política, fue diputado, aceptó postularse con el militar Efraín Ríos Montt. Este general era un líder representante de una mezcla de posiciones religiosas y lamentaciones por la pobreza, haciendo caso omiso de su anterior sostenimiento de privilegios de riqueza y falta de libertades.

Por ello, muchos correligionarios y antiguos militantes por la revolución se alejaron de su compañía. Salvo quienes, en el fragor de la batalla, tuvieron cerca al valiente que, sosteniendo un fusil, no dudaba en ayudar en el fragor del combate. Descanse en paz.