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El papa León XIV envía mensaje para el Congreso Misionero Guatemalteco
El papa exhortó a los participantes a vivir con generosidad la llamada del Señor; destacó la importancia de una formación humana, intelectual y pastoral sólida, que fortalezca la fe, la comunión y el servicio con caridad, y recordó el ejemplo del santo Hermano Pedro de San José de Betancurt.
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El sexto Congreso Misionero Guatemalteco (Comgua VI) se efectuó del 14 al 16 de noviembre. Para esta actividad, el papa León XIV envió un mensaje especial. Además se emitió una carta abierta de Comgua VI.
La sexta edición del Congreso se realizó en Zacapa, bajo el lema “Misioneros de esperanza para los pueblos”, y en esta ocasión se recibió un mensaje del papa León XIV.
El nuncio apostólico en Guatemala, monseñor Francisco Montecillo Padilla, fue el encargado de leer el mensaje —dirigido a la Iglesia de Guatemala— durante la inauguración del Congreso, según información de la Conferencia Episcopal de Guatemala (CEG).
“Es una ocasión para recordar la palabra misión, que significa enviados… El discípulo misionero, siguiendo al Señor, está llamado a vivir la lógica del ver, juzgar y actuar de Jesús. Ver con los ojos del Padre, juzgar desde los criterios del proyecto divino y actuar dejando que el amor que brota de la Cruz se haga servicio, palabra de consuelo y gesto que da la vida. Así, la misión es prolongación de la misión de Cristo”, expresa el mensaje.
La carta enviada consta de tres páginas. En otra parte, el papa refiere: “Por este motivo, los exhorto a vivir con generosidad la llamada del Señor, abriendo el corazón a la acción del Espíritu y asumiendo con entusiasmo el compromiso de anunciar a Cristo en cada ámbito de la vida. Es mi vivo deseo que los pastores, con amor y dedicación, promuevan una sólida formación humana, intelectual y pastoral, que ayude a las comunidades a crecer en la fe, a fortalecer la comunión y a servir con caridad, pues los procesos formativos auténticos conducen al encuentro personal y constante con Jesucristo”.
El papa también recordó al santo Hermano Pedro de San José de Betancurt y expresó: “Recorría las calles haciendo sonar su campana para despertar los corazones y recordar que Cristo sigue pasando entre nosotros. Así también, el corazón misionero solo puede hacerse oír cuando está vacío de sí: cuanto más libre de ruidos interiores, más fielmente deja resonar el amor de Dios. Esa campana, también símbolo del alma disponible, sigue sonando hoy en quienes se dejan guiar por el Espíritu, encendiendo en el mundo el deseo de la verdad y la esperanza del Reino”.
En el Congreso participan monseñor Ángel Recinos Lémus, obispo de Zacapa; monseñor Antonio Calderón Cruz, obispo de Jutiapa; más de mil personas de 50 delegaciones por diócesis y vicariatos, así como la CEG.
También se proyectó un video con intervenciones sobre lo que se espera de la Iglesia, y se presentaron tres testimonios que reflejan la realidad nacional, entre ellos, el de un periodista independiente, un catequista de la diócesis de Zacapa y una joven de la pastoral juvenil de Jutiapa.
Al finalizar el Comgua VI, se emitió una carta abierta que contiene tres páginas, la cual fue publicada en redes sociales de la CEG.
“Durante estos días hemos caminado como Peregrinos de Esperanza, escuchando el clamor de nuestras comunidades, recordando a quienes sembraron el Evangelio en esta tierra y renovando nuestra decisión de encarnarnos en la historia de Guatemala, como Jesús en Nazaret. Aun entre heridas y sombras, constatamos que la esperanza no es un privilegio, sino una urgencia vital para nuestro pueblo”, se refiere en una parte.
“Guatemala vive una hora decisiva. La corrupción, la impunidad, la violencia, la exclusión histórica de los pueblos indígenas, la migración forzada y la devastación ambiental han quebrado el tejido social. Pero también descubrimos signos luminosos: comunidades resilientes, jóvenes que sueñan, mujeres que luchan, pueblos que resisten y semillas de bien que brotan silenciosas. En este tiempo, la Iglesia está llamada a ser luz, sal y levadura, caminando con una espiritualidad sinodal que transforme la realidad desde dentro, con memoria agradecida y con una presencia humilde, cercana y profética”, se agrega entre otros mensajes que se desarrollan en siete puntos.