La ley como instrumento de persecución política

La ley como instrumento de persecución política

Ligorría, Sperisen, Zamora y López Bonilla: tres casos de leyes aplicadas dolosamente o por motivaciones ideológicas.

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Resumen Automático

27/08/2025 00:05
Fuente: Prensa Libre 

Los últimos días renacieron cuatro casos de ejemplos de persecución política disfrazada de legalidad a conocidos ciudadanos guatemaltecos. Uno es la absolución definitiva de Julio Ligorría, luego de ocho años de persecución, y esto hizo despertar los casos de Jose Rubén Zamora, Mauricio López Bonilla y Edwin Sperisen, víctima en Zurich, Suiza, de una cadena perpetua, luego de no ser admitidos testigos de descargo. No hago comentarios sobre el aspecto jurídico, sino analizo a mi juicio la actuación de los juzgadores. De ellos, los tres primeros fueron comentaristas políticos y por tanto utilizaron el derecho a la libre emisión del pensamiento, una faceta tal vez olvidada. Edwin Sperisen, su padre, escribe desde Ginebra sus columnas para Prensa Libre.


En el caso de Ligorría, las autoridades españolas lo detuvieron por una petición de Interpol, pero luego lo liberaron. Tiene la ciudadanía española y tuvo arresto domiciliario hasta ser liberado y emigrar a otro país. A Sperisen, el primer juicio le fue anulado pero luego una corte superior ratificó la orden y la aumentó. A Zamora le abrieron dos juicios y fue absuelto en solo uno. Logró arresto domiciliario y después lo regresaron al Mariscal Zavala, donde en la primera etapa de su cautiverio fue encerrado en una mazmorra con insectos, despertado de madrugada y otros vejámenes de igual calaña. En su caso solo saldrá cuando cambie la jefatura del Ministerio Público, cuya inquina hace pensar en órdenes de algún personaje político poderoso del gobierno anterior.


Todo acusado de algún delito, aunque sea culpable, merece un juicio justo y sin crueldad. En este momento hay un tsunami de acciones ilegales y burladoras del espíritu de las leyes. Los conceptos de sed lex, dura lex (la ley es dura pero es la ley) no se pueden aplicar cuando hay mala intención, corrupción o los ya mencionados prejuicios personales, ideológicos, políticos o politiqueros. Los efectos de este tipo de corrupción son a veces irremediables para la psiquis, como el dolor, rabia e impotencia. Julio y Mauricio perdieron a sus padres; Jose Rubén, separado de su familia por amenazas de captura a su esposa; Mauricio sigue preso, víctima de pleitos entre entidades foráneas. Edwin no ha podido ni podrá gozar de su familia, y sus padres, por la distancia, gozan poco a los nietos.


Todos estos casos merecen mención porque ejemplifican esa triste realidad nacional.


En lo personal, a Sperisen lo conocí cuando tenía unos diez años, y dejé de verlo hasta cuando participó en el Ministerio de Gobernación. Me alegra mucho la libertad de Julio, amigo de tantos años, y la del colega Jose Rubén, y tengo afecto por Mauricio. Los considero, porque lo son, buenos participantes en el necesario análisis político de Guatemala, lo cual no significa aceptar sus criterios en un cien por ciento, como es natural. Intento al menos ser sereno en mis análisis, basados en verdades, en hechos comprobables o interpretaciones válidas. Esto es parte de la tarea del comentario cotidiano o separado por escasos espacios de tiempo, y el riesgo de equivocarse aumenta como consecuencia de la compleja velocidad instantánea de las redes sociales.


Todos estos casos merecen mención porque ejemplifican esa triste realidad nacional. Se afianza aquello de “para mis amigos, todo; para los demás, la ley”, pero se le debería agregar “aunque se aplique mal, retuerza o sea burlada”. Antes se decía “es preferible un culpable libre a un inocente condenado”. Ahora ya no es así. Como persona deseosa de la majestad del espíritu y la forma de la ley, reitero mi satisfacción por lo logrado por Julio. Y espero la pronta solución de los otros casos, sobre todo porque así finaliza el sufrimiento de las familias, víctimas inocentes. Pese a ello, sigo firme en mi creencia de la superioridad moral de las decisiones jurídicas, para de esa forma asegurar su solidez. Por aparte, la vida comienza de nuevo o comenzará, ojalá pronto.