Un anuncio casi apocalíptico

Un anuncio casi apocalíptico

Con claridad señalaron la amenaza expansionista de Putin y la conducta prorrusa de Trump.
07/03/2025 00:06
Fuente: Prensa Libre 

Las bravuconadas de Vladímir Putin y la invasión a Ucrania parecen lograr el efecto contrario de lo que pretendía. En primer lugar, la aguerrida resistencia ucraniana ha prolongado por tres años la intentona rusa de apoderarse de su vecino. Si bien reclama anexionarse algunos territorios que todavía mantiene bajo custodia, el costo total en dinero, sangre y daños a la propia economía de los rusos hacen parecer esta campaña un fiasco.


Por el otro lado, el reciente desplante de Donald Trump y su vicepresidente, J. D. Vance, en contra del líder ucraniano Volodímir Zelenski, en la Casa Blanca, generó alguna aprobación entre partidarios, pero masiva decepción y hasta repulsa de los países europeos. Estos se reunieron con celeridad para acuerpar al comandante de la resistencia ucraniana y devenido en práctica némesis de Putin, un déspota intolerante a la crítica y a toda oposición política. Arrastró a su país, una potencia nuclear y armamentística, a un conflicto que ahora no sabe acabar, al menos no sin la ayuda de Trump, quien en lugar de aprovechar el desgaste, se ha puesto prácticamente del lado de Putin.


Después de la torpe cita en la Casa Blanca, en la cual un alto funcionario incluso reclamó a Zelenski por no ir vestido con traje formal sino con uniforme de campaña, quedó claro el lavado de manos del mandatario estadounidense, quien aceleró la suspensión de cualquier asistencia militar a Ucrania. Es justo ese retiro de apoyo el que llevó ayer a los 27 países que integran la Unión Europea a poner en marcha, de manera muy expedita, un plan para destinar hasta 800 mil millones de euros para fortalecer sus capacidades militares de defensa y ataque. Con claridad señalaron la amenaza expansionista de Putin y la conducta prorrusa de Trump.


En términos generales, desde la II Guerra Mundial e incluso durante los años de la Guerra Fría, el desarme fue una constante tendencia de la política europea, no solo para alejar el fantasma del belicismo, sino para generar una nueva cultura de armonía y unión. La Unión Europea germinó precisamente a partir del triunfo de los aliados en contra de la entonces triple entente —el nazismo de Hitler, el fascismo de Mussolini y el Imperio japonés—. Se configuró la necesidad de un bloque de naciones que comenzó con seis Estados fundadores: Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos, para promover la democracia, la industria, el comercio y el crecimiento económico.


En 1992, después de la caída de la Cortina de Hierro y de la extinta Unión Soviética —cuyo mayor Estado era Rusia—, se firmó el Tratado de Maastricht, que dio origen a la Unión Europea. Tres décadas después, incluso países que fueron satélites soviéticos se encuentran hoy integrados a la Unión y aprobaron el unánime rearme, que por supuesto generará otras dinámicas aún impredecibles. Por ejemplo, la conscripción de jóvenes para formar parte de los respectivos ejércitos, la construcción de infraestructura fronteriza de defensa o el posible cambio de tono hacia países aliados de Rusia.


Trump mantiene, además, un tono confrontativo en el plano comercial hacia Europa, al imponer aranceles al ingreso de sus productos en Estados Unidos: una decisión poco meditada que puede afectar las ventas de productos de marcas de su país en el Viejo Continente. De hecho, ante el apoyo a Zelenski, el magnate dijo que Europa lo hacía para fastidiarlo y no por una genuina convicción. El anuncio de rearme demuestra que Europa perdió la esperanza de que entre en razón. Pero sería el pueblo ruso el que bien podría reclamar más cordura a su presidente.