El Parlacén, de nuevo, en el centro del debate

El Parlacén, de nuevo, en el centro del debate

Si siguen llegando al Parlacén personas como Jimmy Morales y otros como él, ¿qué podemos esperar?

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Resumen Automático

15/05/2025 00:04
Fuente: Prensa Libre 

Para este artículo nos sirve tener en cuenta cómo se juegan las economías políticas en la región centroamericana y también la interdependencia tan compleja que tenemos entre los países de la región y del continente. Desde hace mucho, en Guatemala no cabe hablar de partidos políticos, sino de corporaciones político-financieras carentes de ética, que sirven para sostener una gobernanza criminal. El mejor ejemplo lo tuvimos cuando el Parlamento Centroamericano (Parlacén) maniobró para proteger y recibir en ese lugar de retiro al expresidente James Morales, señalado por corrupción y otros delitos.

Si siguen llegando al Parlacén personas como Jimmy Morales y otros como él, ¿qué podemos esperar?

Hay que abonar al debate sobre la vigencia y utilidad del Parlacén que se está dando actualmente, en el marco de una política devaluada y de tantos operadores de la corrupción, el crimen organizado y la impunidad. Me refiero a un Parlacén que ha sido llamado muy condescendientemente “una casa de retiro demasiado cara e inoperante”. Centroamérica fue pionera a nivel mundial en el tema de integración económica continental hace más de 60 años, pero la integración política siempre corre más lenta o se alinea, en esta región, a los intereses más oscuros. Somos parte de uno de los corredores migratorios más grandes del mundo y enfrentamos problemas comunes (con las respectivas distancias), como el crimen organizado, la migración, la trata y las narcoeconomías criminales. Ante ello, el Parlacén podría jugar un papel fundamental. El problema es que ni siquiera ha sido vinculante para lograr cambios estructurales en los países de la región.

Ya lo dije antes: el Parlacén, o desaparece o se reimagina. Es necesario poner a hablar a las autoridades del Sistema de Integración Centroamericana (Sica), ya que el Parlacén es un órgano del Sica que debería ser evaluado y monitoreado desde allí. A menos que el mismo Sica sea parte de la corrupción y el continuismo. Los que se resisten a desaparecer al oneroso e inútil Parlacén, lo hacen desde ese lugar común de que “a lo mejor un día funciona”. Pero para ello deberían de comenzar por cambiar los procesos de elección, así no llegarían criminales a ocupar una silla que les queda grande y que pagamos todos. Si eso cambia, podría pasar de dejar de ser una cueva de ladrones, a convertirse en un foro deliberativo, para que sus resoluciones fueran vinculantes para la integración regional.

En febrero del 2008, los presidentes centroamericanos aprobaron reformas al Parlacén buscando, precisamente, que sus resoluciones fueran vinculantes. ¿Sirvieron estas reformas? Vamos a preguntar si 16 años después, porque, a simple vista de la ciudadanía, no parece. Habría que aprovechar que el Parlacén puede pedir rendición de cuentas a los países y proponer normas para la integración regional que, incluso, podrían convertirse en ley. Sin embargo, aun así, estos avances no son del todo vinculantes, porque el Parlacén solo tiene la posibilidad de preguntar a ciertas instancias regionales, en plazos determinados, si estas normas se cumplen o no.

Para tantos temas complejos y comunes que hoy ocupan a los países de la región, cabría sumarles también un esfuerzo conjunto de las y los diputados observadores ante el Parlacén y otras instancias relacionadas. Pero si siguen llegando al Parlacén personas como Jimmy Morales y otros como él, ¿qué podemos esperar? Sabemos que lo que le pasa al país es que la solución está en manos del problema, como dice una frase anónima. Es momento de abrirnos a un debate profundo y definitivo sobre la razón de ser del Parlacén, sacándolo también del ámbito político y abriéndolo a las sociedades centroamericanas.