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Chilenos, al balotaje y ecuatorianos dicen no
En ambos casos hay puntos comunes: la insatisfacción ciudadana con las condiciones de vida a partir de quienes están administrando el Estado, lo cual conduce a reacciones más bien emotivas que terminan siendo capitalizadas por discursos demagógicos.
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Dos procesos de votación nacional tuvieron lugar el fin de semana último, en Chile y Ecuador, con factores que permiten algunas lecturas. Los chilenos acudieron a elecciones generales y, para variar, el resultado de la primera vuelta presidencial apunta a los extremos: la exministra de Trabajo del actual gobierno, de izquierda, Jeannette Jara quedó en primer lugar con un 27% de los votos, y el candidato conservador José Antonio Kast pasó al balotaje con un 24% de votos. La tercera fuerza resultó ser Franco Parisi, un candidato populista de derecha con la organización Partido de la Gente, fundado al calor de las protestas de 2019 y cuyo nombre es emblemático del discurso “antisistema” que enarboló y que lo convertirá en pivote de cara a la segunda vuelta.
La ciudadanía chilena se verá de nuevo ante una campaña divisiva y, aunque el oficialismo mantuvo la mayoría parlamentaria, será solo por un par de escaños. Jara y Kast apelarán a los votantes según su polaridad política, pero en el fondo serán decisivos los resultados concretos del oficialismo, que se perciben mixtos: mejoras en seguridad social, salud, educación y estabilidad económica; pero, en contraste, la inseguridad golpea, al igual que señalamientos de corrupción en ciertas asignaciones de recursos. Así también, Boric carga con los fracasos en propuestas de reforma constitucional, que también podrían pasar factura política.
Mientras tanto, a dos mil 600 kilómetros al norte, otra nación acudió a las urnas: el referendo en Ecuador, a través del cual se consultó a la población si estaría de acuerdo con cuatro grandes cambios: una reforma constitucional, si aceptaría bases militares de Estados Unidos en su suelo, si se eliminaba el financiamiento público a los partidos políticos y si se reducía el número de diputados de 151 a 73.
Las cuatro propuestas eran impulsadas por el gobierno de Daniel Noboa, de derecha, quien hace seis meses asumió la presidencia tras ganar en segunda vuelta con el 55% de votos, pero que recibió así su primer revés político: en todas ganó el “no”. Entre las causas probables figura el cansancio electoral —el referendo fue la tercera convocatoria a urnas en el año— y la tensión social por desabastos de medicinas, alto costo de vida y repunte de la inseguridad, que fueron capitalizadas por la izquierda correísta. Al leer las preguntas también pudo haber existido cierta ambigüedad.
En ambos casos hay puntos comunes: la insatisfacción ciudadana con las condiciones de vida a partir de quienes están administrando el Estado, lo cual conduce a reacciones más bien emotivas que terminan siendo capitalizadas por discursos demagógicos. Además, en Ecuador prevalecen una constitución y reglas eleccionarias heredadas de la izquierda correísta, entre las cuales figura el derecho a voto desde los 16 años. ¿Es en realidad una edad que permita una verdadera reflexión profunda?
En el caso chileno será sin duda un factor decisivo la reciente e inesperada victoria del vecino argentino, Javier Milei, en las recientes elecciones de medio término, que le dieron control sobre el Congreso, en detrimento de un alicaído peronismo, víctima de los desastres del gobierno de Cristina de Kirchner. Una mejor dinámica en la relación binacional podría generar nuevas fuerzas para Kast. Además, el giro sudamericano a la derecha se refuerza con la victoria de Rodrigo Paz, presidente de Bolivia, quien asumió el 8 de noviembre tras un balotaje entre dos aspirantes de derecha, prácticamente inédito después de dos décadas de gobiernos izquierdistas decepcionantes.