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¿Te cuesta soltar a alguien que ya no está? Explicación psicológica del apego persistente
Cerrar un ciclo puede ser complejo. Descubra qué significa el apego persistente según la psicología y cómo tratarlo.
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Dejar ir a una persona que fue importante en nuestra vida representa un desafío. Los momentos, vivencias y recuerdos pueden mantenernos aferrados al pasado. Sin embargo, el apego persistente puede repercutir de forma negativa si no se toma acción a tiempo.
Si una persona tiene apego persistente, esto implica que mantiene un vínculo emocional, psicológico y físico con alguien que ya no tiene disposición a permanecer en esa relación o que ya no está, explica Gabriela Escobar, terapeuta de parejas. Según la profesional, es comparable a una adicción y se manifiesta como un enganche emocional excesivo: “No aceptan la pérdida y no tienen otra relación”, afirma.
La psicóloga clínica Ximena Fuentes define este tipo de apego como la dificultad para reorganizar el vínculo emocional después de la pérdida o separación de una figura significativa. Esta conducta se plantea en los estudios del apego de John Bowlby, donde se explica que las personas desarrollan vínculos que funcionan como una base segura para la gestión de emociones, explica Fuentes.
En ese sentido, cuando no se asimila la pérdida, se puede desarrollar este tipo de apego, lo que implica que la persona mantenga ideas, sentimientos y comportamientos orientados a la figura perdida, como si estuviera en el momento presente. Este tipo de apego puede surgir durante duelos complicados, la muerte de una persona significativa o una ruptura amorosa y/o familiar.
¿Cómo identificar un apego persistente?
En primer lugar, la persona se resiste a aceptar la ausencia del ser querido que ya no está junto a ella. Según Fuentes, este tipo de apego se puede manifestar por medio de las siguientes señales:
- Búsqueda constante de recuerdos y objetos de la persona.
- Dificultad para aceptar la ausencia.
- Sentimientos de vacío, rabia o negación.
- Ansiedad intensa cuando se piensa en “soltar” a esa figura.
La profesional añade que existen algunos detonantes, como pérdidas inesperadas o traumáticas, vínculos de apego inseguro, historias de pérdidas sin resolver y relaciones de dependencia emocional.
¿Cómo gestionar nuestras emociones cuando tenemos un apego persistente?
Escobar menciona que se trata de un proceso que requiere tiempo y voluntad para que la persona pueda sobreponerse. “Lo primero es reconocer y aceptar que está viviendo este tipo de apego. La persona necesita vivir el duelo y evitar a toda costa evadir estos sentimientos”, señala.
Además, ambas profesionales recomiendan algunas pautas para gestionar este tipo de apego, entre las cuales se encuentran:
- Establecer límites. No tener contacto físico con la otra persona. Escobar recomienda el contacto cero como estrategia, incluyendo el vínculo en redes sociales.
- Comprender la raíz del problema. Entender la razón por la que experimentamos este tipo de apego.
- Autocuidado. Escobar recomienda enfocarse en nosotros mismos y en nuestra salud, evitar aislarse y realizar actividades que se disfruten. De ser necesario, establezca nuevas metas y sueños que permitan un cambio positivo y radical en su vida.
- Hacer un ritual simbólico. Fuentes sugiere actividades como cartas, memoriales y despedidas para manejar este duelo.
- Practicar mindfulness y técnicas de autorregulación emocional. Esto ayuda a manejar la ansiedad asociada.
- Recibir terapia psicológica. Ambas profesionales recomiendan acudir a un especialista en psicoterapia del duelo, terapia del apego o terapia cognitivo-conductual para evitar la codependencia.

Recomendaciones adicionales
Según Fuentes, es importante aceptar que podemos experimentar amor y dolor al mismo tiempo. En ese sentido, también se aconseja crear una continuidad simbólica, lo que significa conservar recuerdos felices sin que interfieran con el presente. Para ello, puede elaborar un álbum de fotos o un ritual conmemorativo para honrar ese vínculo y la importancia que tuvo.
Además, se requiere fortalecer la red de apoyo social para poder externar las emociones con personas confiables y seguir trabajando en nuestras propias metas personales.
Finalmente, si el dolor interfiere con su vida cotidiana y persiste más allá de seis a doce meses, busque ayuda profesional para recibir el acompañamiento psicológico adecuado.