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Cómo Europa corteja magistralmente a Trump en la Casa Blanca
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, y otros líderes europeos han aprendido un par de cosas sobre cómo negociar al estilo de Trump. También Vladímir Putin.
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En el transcurso de los últimos siete meses, los líderes del mundo occidental se han inscrito en un curso intensivo de “Trumpología”.
Uno a uno, los presidentes y primeros ministros de los países europeos han viajado a Washington, y han aprendido todo tipo de lecciones sobre la mejor manera de tratar al hombre taimado que se sienta tras el gran escritorio en la habitación forrada de oro con forma de Oval.
El lunes, toda la clase se presentó en la Casa Blanca. Había llegado el momento de poner en práctica sus conocimientos. Y fue el líder ucraniano, Volodímir Zelenski, quien parecía haber aprendido más desde su última visita, cuando se burlaron de él por no llevar traje, lo consideraron insuficientemente deferente y finalmente lo echaron.
Esta vez se presentó en la reunión del Despacho Oval con un aspecto más formal, sentido del humor y una carta para la primera dama.
“No me lo puedo creer”, dijo Donald Trump mientras miraba a Zelenski de arriba abajo, y medía su nuevo atuendo negro sobre negro. “Me encanta. Mírate”.
En el Despacho Oval, Zelenski volvió a encontrarse con Brian Glenn, el reportero-instigador de derecha que había criticado a Zelenski por su vestimenta la última vez que estuvo en el Despacho Oval. Glenn le dijo a Zelenski que ahora “estaba fabuloso”. Este le siguió el juego: “Llevas el mismo traje. Ya ves, yo he cambiado, tú no”. Todos se rieron.
El presidente ucraniano presentó una carta de su esposa dirigida a Melania Trump. Trump pareció encantado. “No es para ti, es para tu esposa”, dijo Zelenski mientras Trump cogía la carta en la mano. Esto hizo que Trump se riera y sonriera ampliamente. “¡Yo la quiero!”, dijo.
Por la tarde, Trump y Zelenski se reunieron con los dirigentes del Reino Unido, Alemania, Italia, Francia y Finlandia en el Comedor de Estado. También estaban allí el secretario general de la Otán, Mark Rutte, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Ambos habían encontrado en distintos momentos del año sus propios métodos para tratar con Trump. Ahora se sentaron juntos e intentaron trabajar con él como unidad.
Dieron vueltas alrededor de la mesa, agradeciéndole todo lo que había hecho y, con mucha delicadeza, incluyeron peticiones concretas de una garantía de seguridad duradera en Ucrania y un alto al fuego inmediato.
Esta delicada danza pareció momentáneamente en peligro cuando el canciller alemán, Friedrich Merz, insistió un poco más enérgicamente que los demás en que el alto al fuego era de vital importancia.
Trump había ido a Alaska días antes con el objetivo declarado de lograr un alto al fuego, pero tras no conseguirlo, cambió de tono. Su postura pública ahora es que no es necesario un alto el fuego para continuar con las negociaciones. Cuando Merz insistió en lo contrario, a Trump se le borró la sonrisa de la cara.
Fue como un arañazo en el pizarrón. Alguien había molestado al presidente. Se puso a la defensiva por un momento, pero luego la reunión volvió a discurrir a un ritmo agradable.
Los dirigentes europeos presentes en el Comedor de Estado estaban allí para gestionar una crisis mundial. Lo que significaba que también tenían que gestionar el estado de ánimo de un hombre famoso por su volubilidad. El tema de esta cumbre diplomática de alto nivel era la diplomacia mezclada con la psicología.
A la naturaleza surrealista del asunto se añadía la forma en que el presidente ruso Vladímir Putin se cernía sobre todo ello, fuera de la vista, como un personaje fuera del escenario. Trump no dejaba de mencionar la perspectiva de Putin.
“Vladímir Putin quiere que esto termine”, afirmó. Mencionó repetidamente que tenía que llamar a Putin para ponerlo al corriente de cómo iban evolucionando las reuniones.
Los europeos se mostraban estoicos a cada mención de Putin, como si apenas necesitaran que se les recordara el punto de vista del líder ruso.
¿Quién domina mejor la técnica de apelar a la sensibilidad de Trump, Putin o los europeos? Después de que el líder ruso se reuniera cara a cara con Trump en su cumbre de Anchorage el viernes, el presidente estadounidense regresó habiendo adoptado gran parte del enfoque de Putin sobre Ucrania.
Pero al final del lunes parecía que los europeos habían aprendido un par de cosas.
“Tuve una muy buena reunión con distinguidos invitados”, escribió Trump en las redes sociales cuando todo terminó.