El último reporte del Observatorio de Salud Reproductiva (OSAR) revela una preocupante realidad: entre enero y septiembre de este año, se registraron 43,025 nacimientos en Guatemala de madres de entre 10 y 19 años.

Especialistas en salud advierten que el embarazo y el parto en edades tan tempranas representan un alto riesgo para la vida de las menores, siendo una de las principales causas de mortalidad en países en desarrollo. Estos embarazos, en su mayoría no planificados ni deseados, incrementan las probabilidades de aborto espontáneo o parto prematuro, lo que agrava el panorama.

Según las estadísticas de OSAR, Guatemala lidera en número de nacimientos entre niñas y adolescentes, con 5,420 casos, seguido de Alta Verapaz con 5,394 y Huehuetenango con 5,171. La problemática se intensifica, según diversas organizaciones, al señalar que muchos de estos embarazos son producto de violencia física, psicológica o sexual.

Además, el impacto de un embarazo adolescente no se limita a la salud. Las jóvenes enfrentan efectos psicológicos, familiares y sociales que obstaculizan su desarrollo educativo y, a menudo, comprometen su salud materna y su supervivencia.

Redacción: Roxana de León