Las apariencias muchas veces no pueden engañar

Las apariencias muchas veces no pueden engañar

La realidad, por difícil que sea, al superarla es una escuela para quien quiere aprender.
11/02/2023 00:04
Fuente: Prensa Libre 

“Todas las cosas fingidas caen como flores marchitas, porque ninguna mentira puede durar largo tiempo”. Cicerón

En una sociedad como en la que vivimos, cada uno de nosotros estamos siendo observados y evaluados. Por lo mismo nos tomamos el tiempo de decidir cómo nos queremos presentar y cómo nos interesa que nos vean. Por ello hay una serie de detalles de la vida que cada uno de nosotros debe decidir. Claro, cuando éramos menores, nuestros padres o los que estaban encargados de nosotros decidían qué ponernos y a dónde ir. Luego estuvo la etapa en la que con cierto permiso podíamos escoger, siempre y cuando no violáramos las normas que en nuestro hogar se tenían.

Lo malo es cuando escogemos algún tipo de presentación que nos compromete en un modo estático y nos llegamos a dar a conocer de cierto modo, al punto de que no siempre nos identifican, sino que puede llegar al extremo de esclavizarnos y por ello nos lleva a extremos que debemos aprender a negarnos a nosotros mismos ciertas libertades que otros están teniendo sin ninguna limitación. En algunos casos son las profesiones que ejercemos, y por ello debemos saber la responsabilidad que esto conlleva para gozar del crédito y respeto que la profesión tiene. Por ejemplo, no es lo mismo ejercer la medicina que ejercer la abogacía u otra profesión que nuestra sociedad tiene hoy en día.

Es notable ante los retos de la sociedad que algunos, en lugar de progresar, prefieren quedarse como están y no mucho les afecta la opinión de otros y las oportunidades que pueden haber perdido por no avanzar, en cambio otros, sin importar lo que pueden haber avanzado, siempre tienen la mira en la próxima etapa que quieren alcanzar y por ello se les conoce como gente progresista y soñadora. Este tipo de personas son poco influenciables por la opinión de los que les rodean, ellas claramente saben por qué llegaron allí, dónde será la próxima etapa y cuándo se alcanzará.

Es bueno el cuidado que debemos tener de la imagen que proyectamos y cómo nuestra manera de ser compagina con el medio en el que nos desenvolvemos, no necesariamente para complacer, sino para armonizar. Por ello, cuando somos invitados para alguna reunión, nos queremos informar de algunos detalles para, en primera instancia, saber qué ropa es la adecuada para esa ocasión, y en segundo lugar, si es prudente aceptar la invitación para asistir, porque en algunos casos debemos reconocer que no es lo más apropiado estar en algunos lugares, aunque tengamos la invitación para hacerlo.

Nuestra sociedad cada día es menos exigente en algunos principios protocolarios, no por ello la gente es menos observadora de cómo nos arreglamos o de cómo nos comportamos.

Como la vida consiste en una continuidad de relaciones, la forma como nos presentamos en la primera oportunidad con ciertos grupos será determinante para saber si habremos de ser invitados para una próxima oportunidad. Por ello somos nosotros los que de alguna manera abrimos o bien cerramos las puertas para las próximas oportunidades que se nos puedan presentar.

Si bien no sabemos qué trae el mañana, debemos ser cuidadosos con nuestras apariencias y nuestra presentación para que nuestro círculo de relaciones sociales se pueda ampliar y no lleguemos a ser “llaneros solitarios”.