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Cuando la oscuridad se vuelve una puerta
Sé que la oscuridad puede convertirse en un inicio.
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A veces, el hoyo más profundo no es el final… es la puerta. Nadie quiere pasar por la oscuridad, pero muchas veces es ahí donde comienza lo real, donde lo que parecía el fin se convierte en el principio, donde no solo sobrevives, sino que te reconstruyes desde dentro, no para ser “mejor” ante los demás, sino para convertirte en alguien nuevo, distinto, íntegro y real.
Yo tenía 15 años cuando enfrenté uno de los momentos más oscuros de mi vida. Vivía atrapado en una ansiedad que no me dejaba dormir, con un vacío constante en el pecho, una confusión que no podía explicar, y una soledad silenciosa que nadie notaba. Por fuera, todo parecía estable; por dentro, estaba al borde.
Y lo más duro era esto: no me sentía comprendido. Lo que más deseaba era que alguien, una sola persona, me dijera: “Entiendo cómo te sientes, y no estás mal por sentirlo”. Pero no pasó.
Sentía que, si hablaba, me iban a juzgar. Que si mostraba lo que realmente estaba viviendo, iba a ser rechazado. Así que aprendí a disimular, a poner buena cara mientras me rompía en silencio. Hasta que pasó algo.
Estaba a punto de tomar una decisión que hoy sé que habría cambiado mi vida para mal, un camino sin sentido, sin dirección y sin paz, pero en medio de ese caos, experimenté algo que no puedo explicar del todo, una voz interna, un susurro que no parecía venir de mí, pero que fue lo más real que sentí en ese momento. Algo me dijo: “No tomes ese camino, podemos salir de esto”. Para mí, fue Dios.
Y esa fue mi puerta, a partir de ahí empezó un proceso que aún no termina; no fue inmediato ni fácil, tuve que soltar hábitos que me dañaban, relaciones que me drenaban y partes de mí que me costaba dejar ir, pero lo hice, y en el camino fui descubriendo una nueva forma de vivir, más conectada conmigo, más fiel a lo que quiero construir.
Y si sientes que estás ahí, en el hoyo… o cerca de él, tal vez esto no sea casualidad, tal vez sea tu puerta.
Al principio fue desconcertante: no sabía cómo seguir adelante ni tenía todas las respuestas, pero me di cuenta de algo importante. No necesitaba tener claridad total para dar el siguiente paso, solo el valor de no quedarme donde estaba.
Con el tiempo entendí que mi historia no es tan distinta a la de muchos jóvenes hoy. Hay quienes sonríen por fuera mientras por dentro sienten un peso que no saben cómo explicar. La ansiedad, la soledad o la falta de dirección no siempre se ven, pero están ahí. Y la realidad es que nadie debería atravesar eso solo.
Hoy miro hacia atrás y reconozco algo importante: si en ese momento, además de esa experiencia interna, hubiera tenido una comunidad sana que me acompañara, que me escuchara sin juzgar, que me impulsara en lugar de exigirme… el camino habría sido mucho más liviano.
Por eso comparto mi historia: porque sé que la oscuridad puede convertirse en un inicio. Mi deseo es que cada joven descubra que aún en sus momentos más bajos hay una posibilidad de reconstruirse, de volver a empezar, de transformar su vida en algo con propósito.
Por eso creo profundamente en espacios como MetaHumanos: no como un programa más, sino como una comunidad real, pensada para que los jóvenes encuentren lo que yo necesité a los 15. Un lugar donde no hace falta tenerlo todo resuelto para empezar, donde puedes ser visto, acompañado y guiado a despertar lo que ya llevás dentro. Y si sientes que estás ahí, en el hoyo… o cerca de él, tal vez esto no sea casualidad, tal vez sea tu puerta.
Si te gustaría seguir profundizando en estos temas o conocer más de mi historia, puedes encontrarme en Instagram como @soyjosecamposs. Ahí comparto contenido constante para quienes, como tú y como yo, saben que siempre es posible volver a empezar.