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Grave y noble misión del policía nacional civil
Con la graduación de nuevos agentes celebrada ayer, la PNC llega a unos 48 mil integrantes.
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Aunque este texto podría haberse titulado “Haciendo referencia a la Policía Nacional Civil”, se optó por el policía nacional civil, para destacar la responsabilidad personal de la cual depende el cumplimiento de la misión institucional de velar por la seguridad ciudadana en un marco de garantías constitucionales. Esto en manera alguna apunta a laxitud o permisividad; por el contrario, vuelve aún más grave, crucial y noble la autoridad conferida a cada integrante, desde los agentes recién graduados hasta los altos mandos. Y los ejemplos de tal compromiso se pueden evaluar, sobre todo, en su ausencia.
A inicios de este mes trascendió la destitución de 47 agentes policiales debido a faltas, elusiones del deber y conductas dudosas. Dentro de estas fallas está el incidente del 8 de junio en la frontera de La Mesilla, en el cual 15 policías locales permanecieron pasivos durante el enfrentamiento armado entre fuerzas mexicanas e integrantes de un cartel del narcotráfico. Grabaciones en video registraron la extraña conducta de los policías, que llevó a suponer una posible colusión.
El 29 de julio, individuos armados perpetraron un ataque contra una funeraria de la zona 1 capitalina, que dejó ocho muertos y 12 heridos. Había una patrulla y agentes que custodiaban el lugar, pero se retiraron apenas unos instantes antes de la agresión armada. Demasiada coincidencia, y la deducción fue la misma. Una muestra de incompetencia policial se observó la noche del 15 de agosto último en Mazatenango, cuando un individuo agredía a una mujer en un vehículo. Pese a la prolongada golpiza, los agentes apenas reaccionaron para someter al orden al agresor. De nuevo, una grabación civil puso en evidencia la deficiencia de reacción. Y si la Policía no interviene a favor de la víctima en estos casos, ¿quién lo hará?
Es necesario resaltar que estos son casos excepcionales y minoritarios, pero no por ello pueden subestimarse a la ligera. Y, en caso de detectarse una conducta impropia, es deber ciudadano presentar la denuncia correspondiente a la inspectoría general. Los altos mandos de la PNC han proclamado tolerancia cero a la impunidad, y esto debe seguir demostrándose. A lo interno de la institución debe haber mecanismos de auditoría, altamente confidenciales, para atajar cualquier intento de infiltración, sobre todo, en áreas de alta incidencia de mafias y crimen organizado.
Con la graduación de nuevos agentes celebrada ayer, la PNC llega a unos 48 mil integrantes, pero no solo es la cantidad lo que cuenta, sino la calidad de desempeño. En los discursos se recalcó el compromiso que adquirieron por voluntad propia, pues todo aspirante a entrar en esta institución lo hace por solicitud y se somete a pruebas de aptitud, cursos y entrenamiento físico. Es importante dotar a los agentes del equipo necesario para el desempeño de su trabajo. Pero siempre hay algo todavía más importante que las armas o las autopatrullas: la plena conciencia ética de su trabajo.
El código ético policial marca requerimientos claves para un desempeño integral. Esto incluye la valentía, la fortaleza, la serenidad y el criterio táctico en momentos críticos. La placa que les ha sido entregada les confiere una autoridad que no es para el abuso ni el autobeneficio ni la discrecionalidad. Esa autoridad es otorgada en nombre del propio Pueblo de Guatemala, a cuya protección contra el delito se deben. Y esta grave misión cumplida la refrendan agentes como Cleofás Valery Ortega Guzmán, fallecido heroicamente la semana pasada durante un operativo en la zona 13. Era policía, pero también era padre, esposo, hijo, hermano, ciudadano.