TGW
Guatevision
DCA
Prensa Libre
Canal Antigua
La Hora
Sonora
Al Día
Emisoras Unidas
AGN

La zanahoria y el garrote
Lo que está sucediendo globalmente no depende de nosotros, pero sí de cómo anticipemos y afrontemos los nuevos retos.
Enlace generado
En 1789, el filósofo inglés Jeremy Bentham planteó los fundamentos del utilitarismo moderno. Propugnó por la moral de lo conveniente, cuya semilla puede encontrarse en el hedonismo, teorizando que toda acción humana es impulsada por la consecución del placer y la evitación del dolor, poniendo en primer plano la felicidad, pasando a segundo plano cualquier otra finalidad, ya sea religiosa, nacionalista o de otra índole. Afirmaba que una buena acción debe ser recompensada, mientras un mal comportamiento debe ser castigado.
En 1823, el presidente James Monroe de Estados Unidos proclamó la doctrina que lleva su nombre (cuando América Latina estaba en plenas guerras independentistas), disponiendo que “América es para los americanos”, en oposición a cualquier intento de intervencionismo o colonialismo europeo sobre el hemisferio occidental.
En 1845, el presidente James Polk, de los Estados Unidos, creyente de que su país tenía el “destino manifiesto” divino de expandirse de costa a costa, se anexó Texas, y como México se opuso, entre 1846 y 1848 libró una guerra que ganó y permitió a los estadounidenses extender su territorio hasta el Pacífico. En 1867, con el mismo afán expansionista, el presidente William Seward le compró Alaska a Rusia. No sorprende que ahora quieran Groenlandia.
En 1904, el presidente Theodore Roosevelt complementó esta política señalando que, a nivel global, los Estados Unidos debían negociar pacíficamente pero siempre respaldados por la fuerza militar. Se le llamó la “política del gran garrote” o también de “la zanahoria y el garrote”. Metáfora del poder blando y duro, o de por la buenas o por las malas, pero haces lo que yo quiero.
En 1867, con el mismo afán expansionista, el presidente William Seward le compró Alaska a Rusia. No sorprende que ahora quieran Groenlandia.
En la misma época, el presidente mexicano Porfirio Díaz era conocido por su política interna de “pan o palo”. Favorecía la conciliación, pero bajo la amenaza de usar la violencia; en otras palabras, de dar “cinco dedos o cinco balas”. Y en las instancias judiciales de allá, como también en Guatemala durante el gobierno del presidente Estrada Cabrera, se aplicaba la política de: “para mis amigos justicia y para mis enemigos la ley”, dado que sus regímenes dictatoriales tenían cooptadas todas las instancias judiciales. Podías ser inocente, pero si eras enemigo del régimen, siempre salías condenado; pero si eras amigo del régimen, te declaraban inocente, aunque fueses culpable. Para los adversarios políticos: destierro, encierro o entierro.
A pesar de los reconocidos avances democráticos y republicanos de los últimos tiempos y el respeto de los derechos humanos en la mayoría de los países, hay que lamentar que seguimos observando que prevalecen algunos regímenes seudodemocráticos o claramente dictatoriales (Cuba, Venezuela o Nicaragua, en nuestro entorno más cercano), así como otros regímenes autoritarios y totalitarios que parecieran estar resurgiendo en el mapa mundial. Quizás no debiera sorprendernos el carácter involutivo del nuevo orden geopolítico que viene configurándose, conscientes de la lucha hegemónica entre las grandes potencias económicas y militares.
En las circunstancias actuales y previsibles, de cara a la nueva realidad geoestratégica que está conformándose, amenazante pero también de oportunidades, la tarea de los gobiernos de países como el nuestro, con claras, profundas y evidentes asimetrías económicas y políticas, debiera centrarse en adaptar, pronto e inteligentemente, su política exterior, tratando de sacar el máximo provecho posible. En nuestro caso, para el mayor beneficio de los guatemaltecos y en el mejor interés de Guatemala. Lo que está sucediendo globalmente no depende de nosotros, pero sí de cómo anticipemos y afrontemos los nuevos retos.