La diplomacia beliceña, a la ofensiva

La diplomacia beliceña, a la ofensiva

Se perdió una oportunidad histórica de que la OEA hubiera estado dirigida por representantes del Caricom y del Sica, en un balance.

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05/10/2025 00:04
Fuente: Prensa Libre 

Abrir espacios internacionales confiables y consistentes en los que se puedan promover con efectividad los intereses legítimos del país no es una tarea fácil, lleva tiempo y demanda paciencia. Esta labor recae en buena medida en el arte, que es poco común, de la minuciosidad, de la discreción y de la creatividad de concebir, de formular y de implementar oportunamente una sólida estrategia político-diplomática, que requiere para que fluya con dinamismo y sea sostenible, de la conjunción de ciertas y de determinadas experiencias, capacidades, talentos y habilidades.

La diplomacia guatemalteca no está en su mejor momento.

En el curso de este año 2025 se han dado circunstancias en las que se ha puesto a prueba la efectividad de esa labor político-diplomática. La elección en mayo de las nuevas autoridades de la Organización de Estados Americanos (OEA) por el período 2025-2030 dio lugar a que por primera vez un candidato a secretario general fuera electo representando a los países miembros de la Comunidad del Caribe (Caricom), que incluye como país miembro a Belice. Albert Ramdin, un diplomático de experiencia como canciller de Surinam (2020-2025) y previamente como secretario general adjunto de la OEA (2005-2015), le dio solidez y viabilidad a esa candidatura. Por otra parte, la elección del secretario general adjunto de la OEA tuvo un desenlace desfavorable para la candidatura de la actual embajadora ante la OEA, Claudia Lissette Escobar Mejía, propuesta por Guatemala, país miembro del Sistema de la Integración Centroamericana (Sica). Esta candidatura, sin experiencia previa suficiente en el complejo ámbito político-diplomático de carácter multilateral, no convenció ni recibió los votos suficientes para pasar a la votación final. Era una candidatura que se sabía no tenía opción alguna.

Se perdió una oportunidad histórica de que la OEA hubiera estado dirigida por representantes del Caricom y del Sica, en un balance, ambas regiones juntas, que son geográficamente el cinturón de América, que cuentan en teoría con los votos suficientes para lograrlo.

La cumbre de presidentes de México y de Guatemala con el primer ministro de Belice, otra prueba a la efectividad de la labor político-diplomática, celebrada en agosto en el sitio arqueológico de Calakmul, no muy lejano al sitio arqueológico maya del Mirador del lado de Guatemala, se manifestó una cordialidad aparente entre las partes al suscribirse un acuerdo para proteger la Gran Selva Maya. Esta cordialidad se desvaneció por el incidente en septiembre en el río Sarstún, en el que el Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala se vio obligado refrendar las acciones del Ejército de Guatemala que responden a su mandato constitucional de defender la soberanía del país en el río Sarstún, emitiendo un comunicado sin incidencia internacional alguna.

Ante esta situación legítima por parte de Guatemala, la diplomacia beliceña, sin embargo, inicia una ofensiva multilateral, bien concebida y ágil, que vuelve a dejar a nuestro país sin mayores espacios diplomáticos.

El Caricom emite una declaración señalando que las acciones de Guatemala violan la soberanía de Belice en el río Sarstún, y así lo manifiesta también la secretaría general de la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth), de 56 países miembros, dentro de los cuales está Belice, con lazos históricos con el Reino Unido. La 80 Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue otro escenario en el cual la intervención del primer ministro de Belice puso a Guatemala en entredicho y a la defensiva. La diplomacia guatemalteca no está en su mejor momento, se ha desdibujado, incluyendo desafortunadamente nuestro propio entorno geográfico.