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Muchos corren por retraso y no por urgencia
Si tuviéramos una vida disciplinada, nuestras carreras llegarían a ser una excepción.
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“Hasta que no podamos gestionar el tiempo, no podremos gestionar nada más”. Peter F. Drucker
Es de suma importancia para cada uno de nosotros aceptar que el uso del tiempo es algo que todos lo tenemos por igual y, sin lugar a dudas, la diferencia está en el modo en que lo ocupamos, o bien, lo usamos.
Si nuestras actividades estuvieran correctamente programadas, nos evitaríamos muchas carreras.
Por esta misma razón, podemos estar haciendo la misma tarea, pero si el uso del tiempo no lo manejamos del mismo modo, es muy probable que los logros y los alcances nunca puedan ser los mismos.
Claro está que no hablamos de emergencias imprevistas, sino en los casos cuando iniciamos con el debido tiempo algo y hacemos las cosas sin urgencias y sin tener que estar corriendo, logramos nuestras tareas con mayor calma y eficiencia, y además nos ganamos el respeto de aquellos que nos rodean, que cuando nos atrasamos por alguna razón y tenemos que estar corriendo, nunca nos resultan igual, porque un simple imprevisto nos desajusta todo lo que tenemos que hacer.
Hay un elemento indiscutible en que las relaciones interpersonales que desarrollamos lo son por trabajo, o bien, por la simple convivencia.
Hay quienes no se molestan en saber que los están esperando, pero no se dan cuenta de que, en ese detalle, la persona que los está esperando no solo está invirtiendo tiempo, sino también nos está evaluando y se forma un criterio de cómo somos; y, si en algún caso surgiera una oportunidad para incluirnos en una planificación futura, nuestra puntualidad será algo que estará siendo considerado sin lugar a dudas.
Hay una frase coloquial que reza “corriendo y llegando tarde” y, en muchos casos, es algo que literalmente se cumple. Claro que, difícilmente cuando se corre, se puede compensar el tiempo. Por ello es mejor hacer las cosas con más holgura, tomando la debida precaución en iniciar con suficiente calma e incluso pudiendo dar margen, por si algún imprevisto surge y necesitamos unos minutos más para cumplir el compromiso.
Cada uno de nosotros es conocido en sus relaciones interpersonales por el manejo del tiempo y por el modo en el cual cumplimos nuestros compromisos. Es por ello fundamental para cuando se están criando los hijos, y en su etapa formativa, que se les instruya y supervise en el hecho de cómo manejan el tiempo y cómo cumplen sus compromisos.
El hacer las cosas con tiempo y poder evitar que se tenga que correr es algo que se puede, con toda facilidad, instruir desde el momento en que los padres o los mayores que los están criando les enseñan el uso correcto del tiempo en cada actividad que se involucran.
Una manera muy simple de inculcarlo es cuando un niño está haciendo sus tareas; si tiene la costumbre de hacerlas a última hora y a las carreras, instruirlo y orientarlo para que entienda las desventajas que esto tiene, y orientarlo para que cambie esa práctica. Seguramente, si lo entiende y lo asimila, lo habrá de aplicar en las otras áreas de la vida, porque llegará a ser un patrón con el cual se habrá de desempeñar.
La puntualidad y la modalidad de hacer las cosas con tiempo se ha llegado a perfilar en las prácticas culturales que diferentes pueblos tienen, a tal extremo en la descripción del modo de ser de su cultura, que se comente si se destacan por su puntualidad o si se les conoce porque siempre están haciendo las cosas a la carrera por llevar cierto atraso.