Juntos, pero no revueltos

Juntos, pero no revueltos

  Hace unos días escuchando en un podcast a un connotado profesional y político nacional, le escuché decir que: “era imposible un diálogo intergeneracional para la búsqueda de la solución a la problemática nacional”. Esto me motivó la siguiente reflexión. Creo que en todo diálogo las diferencias de comportamiento y valores de los participantes tienen […]

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Resumen Automático

29/09/2025 08:59
Fuente: La Hora 
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Hace unos días escuchando en un podcast a un connotado profesional y político nacional, le escuché decir que: “era imposible un diálogo intergeneracional para la búsqueda de la solución a la problemática nacional”. Esto me motivó la siguiente reflexión.

Creo que en todo diálogo las diferencias de comportamiento y valores de los participantes tienen que ver con lo generacional y se convierten en impedimentos para el diálogo, cuando se perciben a través de estereotipos y sin contexto. La raíz del conflicto –opinan algunos– no suele ser la diferencia en sí misma, sino la falta de comprensión sobre lo que motiva al otro.

En consecuencia, el diálogo solo se restablece, cuando las generaciones dejan de ver la forma (lenguaje, tecnología, horario, tamaño del documento) y se centran en el fondo (el valor que el otro busca: estabilidad, independencia, propósito o autenticidad).

Caer en estereotipos dentro del diálogo lo mata. Un estereotipo es una idea fija y generalizada que tenemos sobre un individuo, un grupo, ignorando la realidad individual. Ejemplo de estereotipos son los siguientes. Ante una ponencia de un individuo generación Z que pide regular y flexibilizar horarios a fin de mejor salud mental, Baby Boomer piensa: «Son débiles y consentidos, no soportan la presión. No vale la pena asignarles responsabilidades serias». Otro ejemplo es el de joven z que ante un Babay Boomer (Un mayor) que pide en una reunión revisar un documento de 20 páginas piensa: «Son rígidos, ineficientes y no saben usar la tecnología. No tiene sentido explicarles cómo funciona lo digital.»

En cada caso, la persona deja de escuchar el contenido (la necesidad de descanso, el deseo de claridad y adecuado conocimiento, la propuesta de mejora de calendario) porque el estereotipo le dice cómo sentirse ante ese comportamiento.

Entonces, debemos contextualizar de manera adecuada en un diálogo. El contexto es la historia y las circunstancias que explican por qué una persona valora ciertas cosas y en consecuencia dice ciertas cosas. Cuando las diferencias de opinión se ven dentro de un contexto, el juicio se reemplaza por la empatía. Hagamos un ejemplo entre interpretación sin contexto (estereotipo) con una interpretación con contexto. Dos individuos discuten sobre horario laboral. El Baby Boomer trabaja diez horas diarias y propone hacerlo en base a su horario en forma presencial; si ante su propuesta laboral el de generación Z piensa “»Es un adicto al trabajo rígido. No valora la vida» está pensando en forma estereotipada. Un buen contexto debería permitirle situar la propuesta dentro de un pensamiento como: «Creció en una era donde la seguridad dependía del sacrificio y la lealtad a una sola empresa. Su identidad está ligada a su productividad y le preocupa la estabilidad familiar».

Por su lado, el Baby Boomer ante la propuesta del joven de hacerlo en un horario flexible y por telemedicina si piensa «Es perezoso y desleal. No se compromete» lo hace en forma estereotipada, en lugar de contextualizar: «Creció viendo cómo el sacrificio de sus padres no garantizó la seguridad financiera o la salud mental. Valora la salud y el propósito porque la estabilidad tradicional le ha sido negada».

En el ejemplo, el joven al darle adecuado contexto a la propuesta del mayor, puede entender con su propuesta no busca castigarle sino proteger lo que entiende por estabilidad, y el mayor con un buen contexto formado del joven, puede entender que su propuesta no busca el ocio, sino proteger su bienestar y autenticidad. Es entonces que se les abre la posibilidad de negociar propuestas intermedias como: «Podemos trabajar 8 horas, pero priorizaremos el resultado sobre la presencia física o telemedicina». En resumen: sí usamos un estereotipo para juzgar propuestas y pensamientos del otro, perdemos de vista la experiencia vital (el contexto) que lo motiva, y así, el diálogo fracasa antes de empezar.