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Parlacén: muerte de una idea malgastada
Bukele quiere sacar del Parlacén a El Salvador. Es proceso largo pero en realidad se convirtió en una madriguera.
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La anunciada salida de El Salvador del Parlamento Centroamericano significa el fin de esa institución, nacida con entusiasmo hace 42 años, la cual no cerró los ojos a los defensores de la idea, basada en el Parlamento Europeo. Eran otros tiempos y el panorama político guatemalteco era distinto. El entonces vicepresidente de Guatemala, Roberto Carpio Nicolle, expresó su alegría porque había nacido guatemalteco pero iba a morir centroamericano. Desde el principio, nació cojo: Costa Rica se negó a integrarlo y Panamá lo hizo años después, en compañía de la República Dominicana. Su fundamental falla era la falta de obligatoriedad del cumplimiento de sus decisiones.
A causa de eso se convirtió en un lugar de largas discusiones y resoluciones vacías y reuniones sociales. La curul automática de expresidentes y exvicepresidentes, con sueldo igual al de los diputados, dio protección a gente cuestionada. Al ser electos por listados, sus miembros daban una aparente calidad de voluntad popular. Se convirtió en escondrijo de políticos con mala fama y otros cuatro años de inmunidad (en la práctica una impunidad). Eso provocó el rechazo ciudadano generalizado. Por ejemplo, en las elecciones de Guatemala hubo mayoría de votos nulos o en blanco.
La época de esos parlamentos internacionales ya pasó. Son gastos inútiles.
Las normas aceptadas en 1991 aún deben ser sujeto de análisis, al tener trampitas. No es fácil desintegrar ese elefante blanco, porque la salida no es inmediata. Cuando se revisa la información sobre las actividades del Parlacén, es impresionante el amplio listado, pero no hay en realidad ninguna información sobre logros importantes. Guatemala fue el país con más interés en crear este ente político, al punto de haber obtenido una promesa europea de crear su edificio en un lugar denominado el Trifinio, por estar en Esquipulas, equidistante de las fronteras con El Salvador y Honduras. Tuve oportunidad de ver una maqueta, pero la idea no prosperó por falta de fondos.
Probablemente el caso más vergonzoso ocurrió con Jimmy Morales, quien al terminar casi a la media noche la ceremonia de entrega del mando a Giammattei, salió literalmente corriendo, para no ser rodeado por ciudadanos, hacia la sede del Parlacén, en la zona 5, donde había una sesión especialmente preparada para darle posesión. La presidenta era Nadia de León Torres, hija de Sandra Torres, por un acuerdo de la UNE y el FCN-Nación. La presidencia mencionada era una comprobación clara de las inmoralidades políticas planificadas por los politiqueros de turno, pruebas además de los clanes familiares participantes en el hoy aún mayor derrumbe político nacional.
Desafortunadamente, no se necesita ser muy sagaz para predecir la permanencia del Parlacén, fuente para medrar fondos nacionales y lugar de premios para politiqueros. La idea inicial era buena en teoría, pero la hicieron fracasar por acciones irresponsables de vividores. Hace algunos años tuve oportunidad de visitar el Parlamento Europeo en Estrasburgo, merecedor de las mismas críticas. Asistí a una cena privada donde estuvo Bianca Jeagger, nicaragüense, y otros invitados, para lograr avances en “beneficio de los niños pobres”, lo cual desentonaba con los altos precios de la comida. La época de esos parlamentos internacionales ya pasó. Son gastos inútiles.