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La patria es una casa, es un ideal y es usted
No se trata de eliminar las diferencias, sino de tender los puentes, de aceptar las razones de la otra persona y hacer entrar en razón a quienes solo usan el término como pretexto para tratar de imponer sus cerrazones.
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¿Qué es la Patria? puede preguntar en este día un niño que se aprendió de memoria la jura a la bandera para un acto escolar o que sale hoy a la caminata, al desfile, a agitar su bandera en la calle, la plaza o el camino de su localidad. ¿Qué es la Patria? Es una pregunta cuya respuesta lleva 204 años, sumados a un pasado prehispánico milenario, en constante y evolutiva respuesta. Evolutiva, no porque cambie, sino porque con el conocimiento, con la unión de pensamientos y con las experiencias, buenas o deplorables, se sigue construyendo el ideal hecho de realidades mejorables, con la vista puesta en valores inalienables.
¿Qué es la Patria? No es que la respuesta sea discrecional o relativista, pero cada persona, cada ciudadano aporta una parte complementaria de la respuesta, que tiene puntos de intersección con otras y allí está la clave. Porque no se trata de eliminar las diferencias, sino de tender los puentes, de aceptar las razones de la otra persona y hacer entrar en razón a quienes solo usan el término como pretexto para tratar de imponer sus cerrazones.
“La Patria que les digo, la que ansío, —la que será, pues la defino y canto—, por el trabajo es pan, es luz, es gozo: no conoce al mendigo ni al parásito”, escribió el poeta guatemalteco Julio Fausto Aguilera (1928-2018), hace siete décadas, en su poemario La Patria es una casa, cuya palabra sigue tan vibrante, vigente e inspiradora. Si el lector lo busca en Google lo encontrará completo. Pero lo más importante es responderse hoy: ¿Qué es Guatemala para mí? Es una bandera ondeante color cielo, es un quetzal que sobrevive en algunas sierras y montañas, a pesar de la destrucción de los bosques; es una monja blanca vuelta a la vida por amor, tenacidad e investigación de un científico que, al salvarla, refrenda el ideal que la volvió símbolo.
La Patria es el avance de los estudiantes que hoy desfilan con garbo y alegría, que están a punto de pasar al siguiente grado escolar, incluso a pesar de los valladares impuestos a muchos de ellos por otra banda, pero de inescrupulosos que suspendieron clases sin excusa. La Patria es el padre y la madre de familia que mañana, 16 de septiembre, vuelven a salir antes que el sol para brindar el sustento material y espiritual a sus hijos para que florezcan mañana. La Patria es el profesional de excelencia, el deportista de alto desempeño, es el artesano que conserva la tradición ancestral con sus manos, el empresario que genera oportunidades; es el ciudadano que se informa y toma decisiones, es el migrante que suspira por ella y que se marchó para ayudarla.
En contraposición, el diputado que sigue cobrando un salario con aumento ilícito no tiene patria, tiene una alcancía de barro que se rompe; el politiquero que polariza, miente y lisonjea no tiene patria, tiene un espejo distorsionado; cada exfuncionario ladrón no tiene patria, tiene una cárcel de ambición; cada expresidenciable mentiroso que cree que le toca pasar a regodearse a costa del erario no tiene patria, ni vergüenza, solo tiene su necedad irredenta; los juzgadores que propician procesos inicuos mientras intentan liberar a delincuentes confesos no tienen patria, solo tienen un deleznable papel en la historia.
“Esta es la patria, esta es la que no existe, la que vive en mi sueño desvelado… tanto la espero y tarda tanto”, concluye el poema de Aguilera, que nunca termina, porque se sigue escribiendo con ahínco en los talleres, en los molinos, en las oficinas y salas de sesiones de empresas; en los puestos de mercado, en el aula de universidad o en la preprimaria rural, en las iglesias y también en nuestra redacción. ¡Feliz 15 de septiembre a todos los guatemaltecos que hacen Patria!