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Hasta la vista, Parlacén
La salida de El Salvador del Parlacén despierta un debate que hemos postergado en Guatemala.
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Si bien hay mucho que hablar de lo que sucedió en nuestro hermano país vecino El Salvador, debo decir que me parece una buena noticia la separación que los cheros tomaron del Parlamento Centroamericano. No, no estoy en contra de la integración centroamericana y celebro ese sueño que en un momento tuvo Roberto Carpio Nicolle de haber nacido guatemalteco pero morir centroamericano. En cuestiones geopolíticas tiene poco sentido ser más de un puñado de países pequeños que están separados a pesar de compartir una historia, cultura e idioma. Desde fuera no tiene sentido una Centroamérica no unida. Pero la decisión de El Salvador debe servir como una reflexión sobre el Parlacén y todo el sistema de integración.
Sin embargo, el espíritu de Esquipulas que dio vida al Sistema de Integración Centroamericano (Sica) ya ha perdido su sentido de ser y, más importante, la población de nuestros países ya no se identifica con el mismo. Como parte del Sica, el Parlacén fue creado en el proceso de los Acuerdos de Esquipulas, hace ya más de 40 años, que fueron fundamentales para lograr la pacificación de Centroamérica, donde países atravesaban conflictos armados. Fue oficialmente fundado en 1991, y luego de la salida de El Salvador quedan como miembros Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá y República Dominicana.
Guatemala es el país sede del Parlacén, por lo que también es importante considerar los gastos y las transferencias de responsabilidades
El pasado 31 de julio, los diputados de la Asamblea Legislativa (el Congreso) de El Salvador realizaron una serie de reformas a la Constitución del vecino país, entre ellas la de los artículos 80 y 133, que establecen la participación de dicho país en el Parlacén). Los legisladores del partido oficial Nuevas Ideas, del presidente Nayib Bukele, argumentaron que la separación de El Salvador del Parlacén se debe a que “dicha institución no es de utilidad para la nación, no produce ningún beneficio a la población y ha servido como refugio a políticos señalados de corrupción”.
En el 2009, Panamá, bajo la presidencia de Ricardo Martinelli, también presentó una solicitud para retirar a su país del Parlacén, pero esta fue rechazada por Guatemala y Nicaragua. Ante este rechazo, el gobierno de Panamá decidió denunciar los tratados internacionales que ligaban a su país con el Parlacén, pero esta denuncia fue rechazada por la Corte Suprema de Justicia de Panamá, por ser inconstitucional. Es por esta razón que los diputados de la Asamblea Legislativa de el Salvador decidieron reformar su Constitución, para lograr sacar a dicho país del organismo de integración centroamericano y no tener que enfrentar el mismo rechazo que en su momento tuvo Panamá.
El caso de Guatemala pasa, primero, por los mismos problemas de Panamá y que tenía El Salvador. Salir por la vía diplomática resulta costoso porque depende de otros miembros aceptarla o no. Por la vía jurídica también existen problemas, debido a que nuestra Constitución también establece cómo se deben conducir las relaciones internacionales con otros Estados, así también cómo debe promoverse la relación con la comunidad centroamericana, en específico el artículo 50, que dice que se deben “adoptar las medidas adecuadas para llevar a la práctica, en forma parcial o total, la unión política o económica de Centroamérica”. El otro problema que se presenta es que Guatemala es el país sede del Parlacén, por lo que también es importante considerar los gastos y las transferencias de responsabilidades que se deben hacer si se opta por la separación de dicho organismo. ¡Feliz domingo!