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Presidente Arévalo: ¿Es retórica hiperbólica?
Guatemala, en verdad, tiene características surrealistas.
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Los iraníes, demostrando suma habilidad en la guerra psicológica, amenazaron atacar el fin de semana pasado de manera inminente a EE. UU. en sus bases navales ubicadas en el golfo Pérsico y de cerrar simultáneamente el tránsito marítimo en el estrecho de Ormuz, por el cual navegan obligadamente enormes tanqueros cargados de petróleo y de gas con destino a los mercados de Europa y de Asia, alarmando a quienes no comprendían en su justa dimensión lo que estaba sucediendo, incluyendo al abstraído gobierno de Guatemala.
Guatemala, en verdad, tiene características surrealistas.
El presidente de la República, Bernardo Arévalo, temprano, el lunes pasado, en conferencia de prensa, expresó: “Previendo los posibles impactos de esta escalada bélica en la economía local, he instruido a los ministros… a analizar posibles escenarios y evaluar las condiciones directas e indirectas potenciales de este conflicto sobre nuestra economía, y con ello tomar las medidas que sean posibles para mitigar los efectos que pudieran existir sobre los hogares guatemaltecos”.
Se pasó por alto la diplomacia febril y discreta, el uso sumamente calculado y preciso de la fuerza militar abrumadora de los EE. UU. y el involucramiento directo y determinante del presidente de los EE. UU. en el trasfondo del proceso de negociación para desmantelar el desarrollo nuclear de Irán, previo a la confrontación, durante las hostilidades y en la negociación final crítica y compleja en que se acordó el cese de hostilidades entre Irán e Israel. Se ha dado un compás de espera que ojalá abra espacios diplomáticos efectivos en el Medio Oriente que apunten en alguna medida a flexibilizar las posiciones radicales de las partes involucradas y, como dijera sabiamente el papa León XIV, “rechazar la lógica del acoso y la venganza y elegir un camino de diálogo y diplomacia para alcanzar la paz”.
Ahora bien, el presidente Arévalo, en el contexto de las amenazas iraníes que al final no se dieron como lo esperaban, hizo nuevamente un llamado a los diferentes sectores de la sociedad: “Para que nos acompañen en este proceso, ya que el momento requiere dejar de lado diferencias banales para reconocer que estamos en un tiempo complejo a nivel global, que exige posicionamientos y decisiones de Estado, que exige unidad”.
Si bien se han hecho otros llamados similares previamente en diferentes circunstancias sin ninguna incidencia ni trascendencia a lo largo de este avanzado período de gobierno, sobresale en esta ocasión el uso de la expresión “dejar las diferencias banales”. ¿Habrá una voluntad política sincera en este llamado y una actitud abierta a reconocer errores? O bien es retórica hiperbólica.
El presidente Arévalo, en esa conferencia de prensa, hablando de sí mismo, dijo: “A lo largo de mi historia, yo me he dedicado como diplomático en algún momento y posteriormente trabajando a nivel internacional en temas de construcción de paz a observar las consecuencias de los conflictos violentos en las sociedades y buscar las formas de cómo superarlos de manera… sostenible y de paz duradera”.
Guatemala, en verdad, tiene características surrealistas. Mientras se daba la conferencia de prensa, el principal sindicato de maestros del sector público y su cínico cabecilla, desafiando a las autoridades educativas, instala de hecho y a costa de los estudiantes y sus familias un campamento improvisado en la Plaza Central, dando un ejemplo vergonzoso, y el Gobierno haciendo llamados a los diferentes sectores de la sociedad que no tienen ninguna resonancia. La ciudadanía, que observa atenta y/o bien sufre estas u otras situaciones diarias, se decepciona, se frustra y con razón se le está colmando la paciencia.