No puede haber libertad sin una teoría filosófica

No puede haber libertad sin una teoría filosófica

El simplismo conceptual y la ignorancia y el rechazo a la necesidad de límites es un camino recto al caos y al desastre.

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10/11/2025 00:04
Fuente: Prensa Libre 

Uno de los conceptos más difíciles de aceptar y discutir es el de la Libertad, porque no siempre se tiene clara la relación de esta con la Ética. En los actuales tiempos se le reduce al cumplimiento de la Ley, pero desde hace unos 2,500 años los grandes filósofos griegos Sócrates, Platón y Aristóteles relacionaron cuidadosamente la amplitud de dos conceptos. Hoy en día se piensa en los filósofos como unos señores taciturnos, silenciosos, aburridos, y se considera complicadas de entender e inútiles sus ideas. No son temas fáciles, pero se pueden entender los principios básicos del pensamiento de quienes meditan sobre valores, sobre lo correcto, no solo sobre beneficios personales llevados muchas veces al paroxismo, o sea el fanatismo de las pasiones.

Quienes creen carecer de una filosofía, ignoran tenerla y de hecho renuncian a toda libertad política, económica, etc.

Para Sócrates, la libertad consiste en buscar la sabiduría, conocer el bien y la virtud, para lograr librarse de la ignorancia, esclavizadora del ser humano. Platón busca la autonomía o independencia racional para lograr la verdadera libertad. Aristóteles coincide en esto, pero sólo tiene sentido con la vida en sociedad, la participación en la política y el cumplimiento de la ley. Todos ellos le otorgan importancia a la Ética: para el primero, es conocer la virtud, porque el ser humano no actúa mal intencionalmente, sino por ignorancia. Para el segundo, la Ética incluye sabiduría, templanza (control), fortaleza y justicia. Y para el tercero, se localiza entre dos extremos, a veces desiguales, no equidistantes entre el exceso y el defecto. Lo no ético es eliminar a uno de ellos.

Por supuesto, este es un brevísimo resumen de algunas de las ideas de estos filósofos fundamentales para la cultura occidental. En el mundo de hoy tienen aplicación en muchos temas, como la economía o la política actual. El simplismo conceptual y la ignorancia y el rechazo a la necesidad de límites es un camino recto al caos y al desastre, a convertir personas con ideas distintos en enemigos, por tanto de muerte violenta justificada, y a la negación de la responsabilidad personal e institucional de las acciones. El efecto de buscar sólo la conveniencia egoísta provoca entre otros problemas, negar la verdadera la libertad y la ética porque no conviene a los intereses políticos, económicos, religiosos y demás. De hecho, aparece en toda actividad humana.

Al tomar en cuenta estos criterios para analizar la práctica de la política como se hace en Guatemala, fácilmente se evidencia la falta de una teoría filosófica y con ello la ausencia de una práctica distinta a la politiquería. El Congreso, el gabinete —con algunas excepciones para confirmar la regla— los poderes judiciales, el Ejecutivo, las alcaldías, al no tener una ética válida tampoco tienen libertad, entendida como el cumplimiento de la ley. No es admirable quien cumple la ley y la corrección —no siempre sinónimos— sino quien la burla y se hunde en el enriquecimiento burdo y descarado. Esto provoca o mantiene el subdesarrollo no solo económico sino también espiritual, aunque se niegue con vehemencia por quienes se benefician al abrazar esta supuesta filosofía.

Es preocupante la autodefinición del ahora popular término de libertario, por tener una definición terrible en el español. Resulta ser defensor “de la libertad absoluta y por ello la supresión de todo gobierno y toda ley”, por lo cual no es adecuado, porque quienes así se definen aceptan algo de ésta. Se acerca al concepto de libertino, es decir desenfrenado. Cuando se aplica a la política, sobre todo dentro de la democracia, la anula y convierte en monarquía absoluta, solo dependiente de la voluntad de alguien. Lo mismo ocurre con la economía y el concepto de propiedad privada, a los cuales derrumba. En Guatemala, este último aspecto existe desde hace tiempo, y el político avanza con rapidez, y esto no necesita de una bola de cristal para estar seguro de ser fatal, inevitable.