Solidario con la mujer y crítico con las élites

Solidario con la mujer y crítico con las élites

De ser mujer adúltera y violada, pasó a ser mujer amada, feliz y empoderada.

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05/04/2025 00:03
Fuente: Prensa Libre 

La conducta del Padre de la parábola del domingo pasado hacia sus dos hijos (Lucas, 15) es la misma que muestra Jesús con la mujer sorprendida en flagrante adulterio (Juan, 8). Es solidario y compasivo, cercano y amigable con ella. Era una mujer excluida y sometida a maltrato por la sociedad, violentada y abusada por los hombres, que no merecía ser linchada, sino necesitaba una mano amiga que la levantara, recuperara su dignidad mancillada y mostrara la belleza y valores que poseía. Jesús la amó como nunca nadie lo había hecho. De ser mujer adúltera y violada, pasó a ser mujer amada, feliz y empoderada.

De ser mujer adúltera y violada, pasó a ser mujer amada, feliz y empoderada.

Interesante el camino cuaresmal que vamos recorriendo “juntos en la esperanza” durante el Año Jubilar: del desierto de las tentaciones al monte de la transfiguración, del campo de la higuera estéril a la casa del Padre misericordioso. Aquí la escena es asombrosa. El Padre sale corriendo al encuentro del hijo que se perdió lejos y dialoga pacientemente con el otro que se le pudrió en la casa, pero ambos son acogidos bajo el dinamismo de un amor creativo y transformador. Expresa la experiencia de Dios que tiene Jesús y la comunica en sus enseñanzas y en sus acciones.

Ahora la Buena Noticia del quinto domingo de cuaresma nos sitúa en el atrio del templo de Jerusalén, donde la multitud escucha con apertura de mente y viva emoción a Jesús, pero las elites representadas en los intelectuales, los escribas; en los fanáticos religiosos, los fariseos, lo acusan de enemigo de la Ley, de Moisés y de Dios. Le cuestionan su opción por los excluidos y pecadores, como la mujer a la que ellos mismos violan y explotan, condenan y pretenden lapidar.

Las elites, soberbias y arrogantes, al cooptar las instituciones asumen la misma lógica de los escribas y fariseos en su trato con los empobrecidos, como hace el gobierno de Estados Unidos con su política contra los migrantes y su guerra comercial con sus aranceles, procediendo de manera “altanera y humillante” y comportándose “como un emperador romano”. (Oscar Arias).

Así procede también un Ministerio Público nefasto que persigue y criminaliza a periodistas independientes que hacen de su profesión una “diaconía de la verdad”, a lideresas y líderes defensores de los territorios y de la casa común que enfrentan a los avorazados magnates del capital extractivista que explotan los recursos de la Madre Tierra buscando el lucro sin límites, a operadores audaces de justicia que luchan contra la corrupción y la impunidad y que aún andan sueltos como ratones cuando el gato sale de casa.

Bajo esa misma mentalidad procede el sistema de justicia podrido y obsoleto, que se sirve sin escrúpulos de las leyes, no para ayudar a que las personas y los pueblos vivan con dignidad, sino para condenar y arrastrar a los más vulnerables e indefensos, con el fin de mantener un régimen de privilegios para las mafias sancionadas políticamente por el Reino Unido, la Unión Europea y otras naciones.

Entusiasma ver a Jesús actuando desde la experiencia de Dios asimilada durante más de 30 años. Una experiencia que se tradujo en opción fundamental por los excluidos y despreciados: miserables, enfermos, mujeres y los tachados de impuros y “malditos”.

Esa conducta es referencia fundamental para la nueva sociedad y la Iglesia que hoy queremos forjar en la que haya espacio “para todos… ¡Todos, todos, todos!”. Urge avanzar hacia una Guatemala incluyente, próspera y justa. En Jesús sigue actuando el Dios compasivo y liberador del pueblo. Esa ha de ser la misma actitud de la Iglesia hoy, si verdaderamente quiere estar del lado de la mujer y ser crítica de las élites.