Pandilleros recluidos en la cárcel La Tolva de Honduras piden oportunidades de empleo
Tras el traslado de pandilleros del Barrio 18, la dinámica en la prisión de máxima seguridad La Tolva en Honduras ha cambiado y los reclusos solicitan oportunidades de empleo para regresar a la sociedad con un oficio que les de sustento.
Autoridades hondureñas permitieron una visita de la prensa a la prisión de máxima seguridad La Tolva, ubicada a 50 kilómetros del este de Tegucigalpa, donde permanecen recluidos mil 755 miembros de la pandilla MS-13, custodiados por 200 soldados y guardias.
La Tolva cuenta con ocho módulos de concreto gris rodeados de vallas y púas. En cada módulo se alberga a 200 personas, mientras que la sección de mujeres solo 69 reclusas.
En el pasado, las peleas entre presos de diferentes pandillas eran moneda de cambio. Ahora con la intervención del Gobierno de Honduras, algunos reos comienzan a pedir oportunidades de empleos para regresar a la sociedad.
“Queremos hacerle una petición directamente al Estado, a la empresa privada y a la empresa pública: nosotros como privados de libertad queremos una oportunidad, una oportunidad de empleo, de reinserción social“, dice Ramiro Oliva, quien prefiere utilizar un seudónimo.
La tranquilidad llegó a esta cárcel en 2023 luego de que trasladaron a los reclusos del Barrio 18, la pandilla rival de la MS-13, a la prisión de máxima seguridad de El Pozo, a 200 kilómetros al noroeste de la capital hondureña.
El Comisionado Nacional de los Derechos Humanos había registrado 24 muertes asociadas a los enfrentamientos entre pandillas.
Semana de fiesta
Con motivo de la “Semana del Privado de Libertad”, las autoridades permitieron una visita de un equipo de la AFP a esta cárcel. En una pequeña cancha de futbol al aire libre, siete reclusos hombres y una mujer que lideran los módulos saludan a los periodistas con un apretón de manos.
Los reos visten camisetas blancas, pantalones negros o azules y zapatos deportivos, además usan el cabello recortado.
Los líderes de las secciones solicitan oportunidades de empleo y volver a la sociedad, pues dicen que desean que sus hijos vivan en paz.
Durante años, las pandillas han impuesto su ley a sangre y fuego en Honduras. Para contenerlas, en diciembre de 2022 se decretó un estado de excepción que permite llevar a cabo arrestos sin orden judicial.
El Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional registró 34.5 homicidios por cada 100 mil habitantes en 2023, una leve reducción en comparación con los 44.7 del 2019 y alejado del récord de 86.5 en 2011.
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Petición directa
Oliva explica que muchas personas son graduados universitarios y de colegios, además tienen sus papeles en orden, pero al presentarse a las empresas para solicitar empleo no lo encuentra. Agrega que la situación es peor para los privados de libertad.
El teniente coronel Karllthers Medina, director de La Tolva, comenta que en la prisión existe el programa “Las tres R” que consta de rehabilitación, reeducación y reinserción. Este fue implementado después de que la presidenta Xiomara Castro ordenara en 2023 imponer disciplina en las 25 prisiones de Honduras a la Policía Militar de Orden Público (PMOP).
Medina afirma que el programa busca que el privado de libertad aprenda oficios, de tal manera que cuando retorne a su libertad pues él pueda dedicarse a algo para su sustento.
Castro tomó posesión después de que reclusas del Barrio 18 mataran y quemaran a 46 prisioneras de la MS-13 en el centro carcelario para mujeres de Támara, a 25 kilómetros al norte de Tegucigalpa.
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Como parte del programa de Las tres R, nueve reclusos hombres y mujeres, vestidos con pantalones anchos anaranjados y camisetas y chaleco crema, fueron a entregar 16 sillas a una escuela cercana.
Trabajo, educación, futbol
Dentro de La Tolva, 20 reclusos se dedica a fabricar bloques de concreto, que son donados a escuelas de la zona. Mientras tanto, medio centenar de reos asiste en un salón a una charla sobre moral y ética.
Como parte de la fiesta, en la cancha de futbol un equipo celeste y otro rojo y blanco disputan un partido con mucha rudeza, pero sin reclamos al árbitro. En las gradas, los presos celebran los goles.