Radicalismo violento

Radicalismo violento

Estamos viendo cómo, en Guatemala y alrededor del mundo, la violencia, producto de radicalismos que dividen a las sociedades y a la humanidad, se vuelve cada vez más frecuente y más sangrienta. Nos asustan acciones como las que se dieron el pasado fin de semana en Australia, donde el inicio de una festividad judía se […]

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15/12/2025 13:14
Fuente: La Hora 
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Estamos viendo cómo, en Guatemala y alrededor del mundo, la violencia, producto de radicalismos que dividen a las sociedades y a la humanidad, se vuelve cada vez más frecuente y más sangrienta. Nos asustan acciones como las que se dieron el pasado fin de semana en Australia, donde el inicio de una festividad judía se vio ensangrentada por un ataque antisemita de trágicas consecuencias, mientras que en una prestigiosa universidad norteamericana algún fanático disparó contra los alumnos provocando varias muertes.

Aquí mismo se lamentan las muertes provocadas por el ataque armado ocurrido en Sololá, específicamente entre los municipios de Nahualá y Santa Catarina Ixtahuacán, territorios que mantienen una disputa desde hace mucho tiempo, pero cuya confrontación es aprovechada por grupos criminales que, ante la ausencia de fuerza pública en la región, se terminaron adueñando de ella.

A lo largo de la historia de la humanidad se han visto muchísimos casos de acciones violentas producto de pensamientos o acciones radicales de individuos o grupos que tratan de imponer por la fuerza su punto de vista, ideología o simplemente sus particulares intereses. Pero cuando no existe un efectivo sistema de administración de justicia, nacional o internacional, esos conflictos violentos se multiplican, pues nadie puede confiar en que sus derechos -reales o inventados- puedan ser valorados mediante procedimientos civilizados de análisis de la realidad.

Cuando en el mundo desaparece el peso y efectividad de la justicia internacional -porque las grandes potencias simplemente actúan conforme al capricho de los gobernantes- surgen situaciones que se cultivan en la frustración de quienes desean imponer su radicalismo siendo el más violento o el más fuerte, el que imponen con su voluntad de manera sangrienta. Por eso es que la justicia, las oportunidades y atender demandas legítimas de salud mental (como es alguno de los casos) se vuelven imperantes para dar un giro drástico al timón y evitar la muerte de inocentes víctimas que no deben morir por estas situaciones.

Desafortunadamente la destrucción del sistema de justicia, sobre todo cuando ocurre para dar impunidad a los malos y castigo a los decentes o, simplemente, dar la razón al más caprichoso y fuerte, termina generando acciones desesperadas que generan esos hechos de violento radicalismo que se multiplican alrededor del Planeta.

Mientras no existan instrumentos civilizados y legales para dirimir las controversias, que pueden ser ideológicas, raciales o simplemente de intereses, veremos que aumentan los trágicos estallidos violentos que cuestan tantas vidas inocentes, porque es obvio que los que se sienten frustrados no andan viendo quién se las debe, sino simplemente quién se las paga, arremetiendo contra inocentes que no han sido, de ninguna manera, causantes de ese desorden mundial que se agrava más cada día.

Y peor aún cuando esos radicales, se unen con grupos criminales y/o terroristas porque el problema se agrava de manera muy peligrosa.

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