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Un mes de Trump y esto apenas empieza
Ahora se vienen conversaciones para frenar la invasión rusa a Ucrania, pero sin Ucrania y sin la Unión Europea.
A solo un mes de haber vuelto a la Casa Blanca, la secuencia de órdenes ejecutivas firmadas por el presidente Donald Trump apunta a cumplir las promesas de campaña: reducir el costo de vida heredado del cuatrienio anterior —o quizá de antes—, la aversión hacia los migrantes indocumentados —a quienes sigue culpando de muchos problemas en Estados Unidos y planteando su erradicación como una panacea— y tirado altas apuestas a otros países para que cedan a sus exigencias en corto tiempo —suficiente para no tener que mostrar las cartas que en realidad tiene—. Como en un casino, los oponentes prefieren perder algo a pagar por ver.
En realidad, estamos en el primer mes del quinto año de Trump, con una estrategia que no pudo terminar de aplicar en 2021. Analistas señalan el alud de disposiciones: firmó 108 órdenes ejecutivas en 30 días, más que ningún otro de sus antecesores, una estrategia para abrumar a la oposición demócrata, apaleada por los resultados de noviembre, y también para avasallar a los republicanos que osen cuestionar cualquiera de sus políticas, incluyendo la facultad delegada en el magnate tecnológico sudafricano Elon Musk —otro migrante, pero billonario— para despedir a miles de empleados gubernamentales para ahorrar costos.
Se alzan algunas voces de congresistas, sobre todo hispanos, contra varias de las medidas, pero no alcanzan a tener mucho eco porque esto apenas empieza. En las cortes se han frenado órdenes como la de impedir la constitucional ciudadanía por nacimiento. Es muy temprano para saber en qué parará; es tarde para arrepentirse, sobre todo para empresarios de construcción y agricultura que tenían mano de obra barata en los migrantes indocumentados. Lo mismo con la crisis de los huevos, que si se importan debe ser sin arancel, para no agobiar más la economía doméstica.
Para países como Guatemala hubo una revista rápida del secretario de Estado para reforzar condiciones de combate de la migración y el narcotráfico, así como para recuperar su territorio de influencia ante la avanzada china, aunque hasta hoy nada contundente en relación con el entente Nicaragua, Venezuela y Cuba. La declaratoria de terroristas a carteles del narco debería marcar una diferencia, sobre todo en el combate del trasiego y lavado en el propio territorio de EE. UU. antes de pasar a otros países. Después de amenazas y de proclamar colusiones, Trump elogió a la mandataria mexicana, Claudia Sheinbaum. Por allí hubiera empezado, pero no se sabe quién lo aconseja.
Ahora se vienen conversaciones para frenar la invasión rusa contra Ucrania, pero sin Ucrania y sin la Unión Europea. Algo parecido se esboza para el conflicto en la Franja de Gaza, blufeando que podría quedar bajo control de EE. UU., lo mismo que Groenlandia, en una versión aumentada de la teoría del Destino Manifiesto y de la doctrina Monroe, con todo y “Golfo de América”.
Llegó a Guatemala una misión de ingenieros del Ejército de EE. UU. para analizar planes de infraestructura, tras el tácito aval de Marco Rubio. Una intención anunciada es potenciar el desarrollo económico del país para frenar la migración, pero en el fondo está el interés de asegurar el patio trasero, carcomido por mafias. Panamá accedió a las exigencias concretas sobre el Canal, la presidenta de Honduras dijo que mejor deja vigente el acuerdo de extradición y en Guatemala siguen los preparativos para recibir deportados, a pesar de que somos aliados. Cabe decir, las cifras de capturas, aunque no sean las deseadas por Tom Homan, el zar antimigrantes que le dijo al Papa que se ocupara de sus asuntos cuando este pidió clemencia para no separar familias. Esto apenas empieza.