Mensaje de León XIV para Guatemala

Mensaje de León XIV para Guatemala

Papa León no solo bendice la misión de la Iglesia, bendice la resistencia digna del pueblo guatemalteco.

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22/11/2025 00:04
Fuente: Prensa Libre 

El primer mensaje del Papa León a Guatemala, con motivo del Sexto Congreso Misionero celebrado en Zacapa, no es un saludo diplomático ni un texto de cortesía. Es, más bien, una sacudida profética, un llamado fuerte a un país herido por la corrupción, la impunidad y el deterioro institucional. En tiempos en que muchos se han acostumbrado al cinismo político y al miedo que paraliza, el Papa irrumpe con una palabra que devuelve al Evangelio su filo profético y recuerda a la Iglesia su deber de no acomodarse nunca a los poderes de este mundo.


León sostiene que la misión cristiana no es una tarea secundaria, sino una identidad que nace del envío mismo de Cristo. Y ese envío —afirma— obliga a “ver, juzgar y actuar”, siguiendo la lógica del Evangelio, que no es neutral ni evasiva. El Papa coloca así un espejo ante Guatemala: ver la realidad sin maquillajes, juzgarla desde el proyecto divino, actuar para transformar lo que deshumaniza. En un país donde se intenta normalizar el abuso de poder, este llamado es profundamente subversivo.


Su mensaje reconoce que la misión nace del amor que se entrega, pero no de un amor ingenuo, sino de un amor que “penetra en el corazón de la historia humana” y que no teme confrontar lo que destruye la dignidad. Guatemala vive una de las peores crisis éticas de su historia reciente: estructuras políticas que operan como mafias, un sistema judicial cooptado por intereses oscuros, persecución contra quienes buscan la verdad, manipulación mediática y un empobrecimiento creciente que expulsa a miles. En este contexto, el Papa insiste: la misión es esperanza que no defrauda, pero una esperanza activa, que ilumina y denuncia, que consuela y despierta.

Necesitamos campanas que no callen frente a la corrupción, ante poderes criminales ni ante un sistema de justicia podrido.


Particular fuerza tiene su evocación del santo Hermano Pedro, quien recorría las calles haciendo sonar su campana para abrir los corazones. León transforma ese símbolo en una interpelación nacional: Guatemala necesita campanas que vuelvan a sonar, que no callen frente a la corrupción, ante poderes criminales ni ante un sistema de justicia podrido. Su mensaje declara que solo un corazón libre del miedo puede reflejar el rostro de Cristo. Y esa es una denuncia directa a la cultura del silencio y del miedo que muchos pretenden imponer.


El Papa también habla a la Iglesia guatemalteca con una claridad inusual. Les recuerda a pastores y comunidades su obligación de formar conciencias, fortalecer la comunión y servir con caridad. Pero deja claro que la caridad no es asistencialismo ni evasión espiritualista: es compromiso con la verdad y con la justicia. La misión —dice— adopta muchos rostros: contemplativos, servidores, anunciadores, luchadores, profetas. Hoy Guatemala necesita todos esos rostros para reconstruir su esperanza.


En un país donde los corruptos intentan apropiarse del lenguaje religioso y bendecir su propio abuso, el mensaje del Papa León es un aire fresco de autenticidad: la misión no comienza con los pies que caminan, sino con un corazón que se abre, un corazón que rechaza el egoísmo y el miedo, un corazón capaz de salir de sí mismo para abrazar al otro, especialmente al pobre, al perseguido, al que resiste.
Guatemala necesita esta palabra. Necesita recordar que el Evangelio no legitima tiranías ni encubre delitos; que la fe no es anestesia, sino fuerza transformadora; que la Iglesia, cuando es fiel a Cristo, se convierte en voz que despierta, que ilumina y que sostiene a quienes luchan por la verdad.


El mensaje del Papa León no solo bendice la misión de la Iglesia: bendice la resistencia digna del pueblo guatemalteco y confirma que el Espíritu actúa allí donde se defienden la justicia y la esperanza. Sus palabras son un faro en medio de la noche y una invitación a que nadie se rinda.