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80 aniversario de la victoria en la Gran Guerra Patria
Hace 80 años, la noche del 8 de mayo de 1945, en Karlshorst, un suburbio de Berlín, fue firmada el acta de capitulación alemana que puso fin a la Gran Guerra Patria, el enfrentamiento entre 1941 y 1945 contra la Alemania nazi y sus aliados del Eje (Italia, Japón, Hungría, Rumania, Bulgaria, Eslovaquia y Croacia), […]
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07/05/2025 08:57
Fuente: La Hora
Hace 80 años, la noche del 8 de mayo de 1945, en Karlshorst, un suburbio de Berlín, fue firmada el acta de capitulación alemana que puso fin a la Gran Guerra Patria, el enfrentamiento entre 1941 y 1945 contra la Alemania nazi y sus aliados del Eje (Italia, Japón, Hungría, Rumania, Bulgaria, Eslovaquia y Croacia), durante la Segunda Guerra Mundial (SGM). Por la diferencia de husos horarios, la capitulación nazi-fascista se dio cuando ya era el 9 de mayo en Moscú; por ello, el Día de la Victoria se celebra en Occidente el 8 de mayo, y en Moscú un día después.
Los documentos de rendición fueron firmados por los jefes nazis de la Armada, de la Infantería y de la Fuerza Aérea (Luftwaffe): el mariscal Wilhelm Keitel, el almirante Hans-Georg von Friedeburg y el general Hans-Jurgen Stumpff, respectivamente. El mariscal soviético Gueorgui Zhúkov y el subcomandante supremo de las Fuerzas Aliadas, Arthur Tedder, firmaron el documento aceptando la rendición incondicional germana.
Ocho décadas después, escribo sobre este sangriento holocausto, que no debemos olvidar, pues el mundo nunca estuvo tan amenazado como hoy, por una nueva guerra mundial. Además de la guerra europea en Ucrania, este año se están gestando en Oriente Medio las de Siria, Gaza, Yemen e Irán, que involucran a varios países árabes, Israel y EE. UU., algunos de ellos con ojivas nucleares. Por otro lado, en Asia Central, India y Pakistán ya están confrontados en un conflicto bélico, que se ha visto agravado por factores como el terrorismo transfronterizo, las disputas por el agua y el uso de armas nucleares.
Para colmo, el presidente Donald Trump ha embarcado al mundo en la más intensa guerra comercial desde la Gran Depresión de 1929, imponiendo aranceles a diestra y siniestra, situación que se le ha revertido, y los más connotados analistas económicos anuncian que ha dado inicio a la más grande crisis del sistema capitalista, lo que agudizará las tensiones bélicas.
Como nunca, desde la SGM, vivimos los peores tiempos de crisis, incertidumbre, miedo, exclusión y escases. La crisis es multidimensional y de largo aliento. Abarca los ámbitos energético, ambiental, alimentario, bélico, político, económico, social, cultural, sanitario, etc. Se trata de una crisis civilizatoria que, sin alarmismos, ha puesto en duda la sobrevivencia de la especie humana, pues ya hay suficientes ojivas atómicas para liquidar varias veces a la humanidad, y un cúmulo de armas y tecnología militar avanzadas.
Por lo anterior, debemos alzar la bandera de la paz en todos los ámbitos que podamos, y no dejarnos manipular por las élites guerreristas que nos dominan, dueñas del capital y del complejo militar industrial. Como demuestran los datos que consigno más adelante, en los conflictos bélicos, nacionales o internacionales, los muertos los ponen los pobres, las mujeres, los ancianos, los niños y todos los excluidos del mundo.
Debemos adquirir y promover una cultura de paz, que nos permita dilucidar nuestras diferencias civilizadamente, en tanto individuos o como naciones. Debemos convertir en una guía civilizatoria la máxima del benemérito Benito Juárez: «Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz».
La derrota nazi-fascista se logró gracias a un sacrificio sobrehumano de millones de combatientes y ciudadanos, hombres y mujeres, y por la confluencia de las fuerzas aliadas. Sin embargo, en la narrativa de Occidente se ha minimizado el heroico aporte de los pueblos, oficiales y soldados de la Unión Soviética, sin cuyo concurso los efectivos nazis no hubieran sido derrotados.
Las películas de Hollywood y la literatura anglo-americana nos ha impuesto una versión parcial del esfuerzo bélico de los Aliados. Por ejemplo, en América, muchísima gente cree que la SGM se definió en la batalla de Normandía, en Francia, en el Día D. Nada más alejado de la verdad; una conflagración planetaria no se dirime en una sola batalla.
Por las limitaciones de espacio, solamente consigno el sacrificio en vidas, recursos y esfuerzos de las naciones y pueblos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), a quienes les debemos no estar actualmente bajo la bota nazi.
Las batallas más álgidas de la SGM se dieron en el frente oriental, siendo las más sangrientas y extensas de todo el conflicto. Veintisiete (27) millones de soviéticos murieron en la conflagración, entre civiles y militares, la cifra más alta de cualquier nación Aliada. Diecisiete millones de civiles fueron víctimas de masacres, hambrunas y crímenes nazis, mientras 6 millones de soldados del Ejército Rojo perdieron la vida en combate. Se estima que 70,000 poblados y 1,700 ciudades quedaron destruidos en total durante la guerra en territorio soviético.
La URSS enfrentó y destruyó el grueso de las fuerzas nazis: el 80% de las bajas militares alemanas ocurrieron en combates contra efectivos soviéticos. Cuatro de cada 5 soldados alemanes muertos cayeron frente al Ejército Rojo. La URSS aniquiló 507 divisiones alemanas, más que todos los aliados occidentales juntos.
En 1941, la invasión alemana a la URSS (Operación Barbarroja) involucró a 3.8 millones de soldados del Eje, la mayor fuerza de ataque de la historia. La Batalla de Kursk (1943), fue la mayor batalla de tanques, la cual reunió 6,000 blindados y 2 millones de combatientes, siendo ganada por la URSS.
La Batalla de Stalingrado (1942-1943) fue la más letal de la historia, con 2 millones de bajas (muertos, heridos y prisioneros). La Unión Soviética sufrió las mayores pérdidas en la guerra, a pesar de lo cual lideró la ofensiva final contra el Tercer Reich, liberando a Polonia, Hungría, Checoslovaquia, Rumanía, Bulgaria y parte de Alemania. La Batalla de Berlín (1945) terminó con la caída del régimen nazi, pero el costo fueron 81,000 soldados soviéticos muertos.
Desde 2015, en la Federación Rusa, Vladimir Putin encabeza el esfuerzo de reconfigurar la identidad rusa después de la caída de la Unión Soviética, convirtiendo la victoria en la Gran Guerra Patria como el eje articulador de esta nueva identidad, destacando el heroísmo y el nacionalismo de los combatientes, como amalgama.
Por ello, Volodimir Zelensky se ha propuesto boicotear las celebraciones del Día de la Victoria en Moscú, donde esperan a más de 25 Jefes de Estado, lanzando drones desde el pasado domingo. El alcalde de Moscú, Sergei Sobyanin dijo, el pasado martes, que al menos 19 drones ucranianos fueron destruidos en su aproximación a la capital durante la noche del lunes, un día después de que las defensas aéreas rusas derribaran cuatro drones cerca de la ciudad.
El Kremlin advirtió, ayer martes, que ripostará con una «respuesta adecuada» a Ucrania, si no se suma a la tregua de tres días (8, 9 y 10 de mayo), declarada con ocasión de la victoria soviética sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial.
Así, el conflicto ruso-ucraniano sigue candente y evidencia que, a pesar de los hechos sangrientos de la Gran Guerra Patria, la humanidad ni aprende ni escarmienta.