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Disparos en el tránsito: cómo la ira al volante afecta la salud mental de los guatemaltecos
La ira al volante y los videos recientes de incidentes con armas muestran cómo se disparan el estrés, la ansiedad y las reacciones impulsivas. Expertos explican por qué ocurre y cómo cuidar tu salud mental.
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En la zona 14 de la capital, un altercado entre un conductor y un motorista terminó en tragedia: una bala alcanzó a otro motociclista que no tenía nada que ver con la discusión. Unos metros después murió en el lugar.
La escena, grabada en video, corrió por redes sociales en cuestión de minutos. No fue un caso aislado: en Mixco, otro automovilista disparó al suelo para intimidar; y en la Avenida Petapa, dos conductores se embistieron mutuamente con sus vehículos.
Los videos de riñas viales se han vuelto parte de la rutina digital de los guatemaltecos. Golpes, insultos y hasta armas de fuego aparecen en medio del tráfico, un reflejo de la tensión acumulada en los embotellamientos.
“Sí se observa un aumento en la violencia de estos comportamientos y la fuerza que algunos quieren demostrar”, advierte Amílcar Montejo, vocero de la Policía Municipal de Tránsito.
Los conflictos van desde daños menores —como golpear espejos o carrocerías— hasta situaciones más graves, como conductores que se bajan con bates o portan armas de fuego en plena vía pública.
La mayoría de discusiones ocurre entre motoristas y conductores de vehículos livianos por no ceder la vía, o cuando un conductor se cuela entre los vehículos, ignorando la fila, obligado a los demás a frenar desprevenidamente para evitar un choque.
Montejo explicó que los videos que circulan en redes sociales han hecho más visible este tipo de comportamientos, que antes pasaban desapercibidos, y que incluso se han presentado casos de agresión entre hombres y mujeres conductores.
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El impacto invisible
Lo que sucede en la calle termina teniendo implicaciones en la mente. El tránsito denso y ruidoso activa respuestas químicas que pueden alterar el comportamiento explican los especialistas.
“Los riesgos de padecer ataques de ansiedad o cuadros psicóticos también existen, porque la dopamina, implicada en los procesos de agresividad, violencia y psicosis, se incrementa”, explica Enrique Mendoza Gaitán, director del Centro de Atención Integral de Salud Mental del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS).
El médico explicó que esta activación incrementa los niveles de dopamina, un neurotransmisor relacionado con la agresividad y la violencia.
Esto puede volver a las personas más impulsivas y propensas a reaccionar de forma desproporcionada ante situaciones de tensión.
— InfoGT_Noticias (@infogt_noticias) September 1, 2025
Los especialistas advierten que el entorno puede amenazar la salud mental de los conductores y favorecer la aparición de trastornos psicológicos que a menudo se desarrollan de forma silenciosa.
El psicólogo Marvin Poc añade que esta sobrecarga emocional también repercute en el cuerpo: provoca presión arterial elevada, cansancio acumulado y dificultad para descansar.
“Ante la percepción de pérdida de tiempo y vencidos por el cansancio, emociones como la ira pueden intensificarse. Esto puede derivar en conductas peligrosas entre conductores, y también puede producir accidentes viales”, dijo Poc.
El carro como refugio
Para la psicóloga clínica Mónica Mayorga, el tráfico no es la única chispa que enciende la ira. “Muchas veces no es solo el tránsito lento lo que enoja, sino todo lo que la persona ya trae consigo. El carro se vuelve un espacio donde la gente siente que puede desahogarse, aunque no sea la mejor forma”.
Ese espacio íntimo, percibido como seguro, se transforma en escenario de gritos, insultos o incluso violencia física. “Si esto sucede con frecuencia y afecta la forma en que nos relacionamos con los demás, es una señal clara de que se necesita trabajar en el manejo de la ira”, advierte.
Según la experta, si hay tensiones acumuladas por el trabajo, las finanzas o problemas personales, el tránsito se convierte, entonces, en detonante de una frustración previa.
Mayorga explicó que un indicador para el manejo de la ira es cuando la reacción es desproporcionada: gritar por algo mínimo, prolongar la rabia o experimentar síntomas físicos como palpitaciones, tensión muscular o dolor de cabeza.
“Si esto sucede con frecuencia y afecta la forma en que nos relacionamos con los demás, es una señal clara de que se necesita trabajar en el manejo de la ira”, concluyó.
Zonas rojas del volante
Los puntos de mayor tensión están bien identificados: ruta al Atlántico, Anillo Periférico, calzada San Juan, Roosevelt, Aguilar Batres y Petapa. Lugares donde el tráfico pesado, la mezcla de vehículos y motocicletas y la falta de espacios de movilidad elevan la tensión.
Montejo estima que cada mes ocurren entre tres y cinco riñas fuertes, aunque muchos episodios ni siquiera se denuncian. Otros sectores conflictivos incluyen la zona 10, con tráfico comercial y corporativo, y el trayecto entre Villa Nueva y la capital.
La Policía Nacional Civil (PNC) insiste en que tiene protocolos claros para intervenir en riñas viales. “Si dos personas alteran el orden público en la vía pública, deben ser presentadas ante juez competente, sin importar si se inculpan uno al otro”, explicó Edwin Monroy, portavoz de la institución.
Monroy asegura que los agentes reciben capacitación para poder mediar, aunque los recientes casos han puesto en duda esa preparación. En Mazatenango, por ejemplo, una mujer fue agredida por su pareja mientras los policías permanecían pasivos, lo que se evidenció en un video que circuló en las redes sociales. El portavoz confirmó que 15 días después del hecho fueron destituidos.
En incidentes más graves, la PNC afirma que actúa de inmediato. “En la zona 14 se detuvo a un conductor por intolerancia vial. En Mixco, otro disparó al suelo para intimidar a un motorista; ya se tienen las placas del vehículo y hay seguimiento del personal de investigación criminal”, añadió.
Más autos, más presión
Las afecciones asociadas a la violencia vial se alimentan de un contexto en expansión.
En 2022, Guatemala sumó 356 mil vehículos al parque vehicular, un 18.6% más que la tendencia histórica y según los últimos datos sigue reflejando un crecimiento sostenido.
El salto de 300 mil a 356 mil vehículos en un solo año no es aislado y tiene relación con la tendencia demográfica: el departamento de Guatemala —con más de tres millones de habitantes— sumará 1.5 millones más hacia el 2050.
Según el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), es un aumento del 43.5% con el que se proyecta que su población se acerque a los 4.5 millones de personas en 25 años.
Este crecimiento pondrá a prueba la capacidad de las autoridades en transporte, infraestructura y servicios.
Salud mental y prevención
Los expertos coinciden en que la ira al volante no es una causa en sí misma, sino un detonante de emociones más profundas. La prevención pasa por reconocer señales tempranas, buscar atención psicológica y promover estrategias de autocontrol.
El IGSS recuerda que ofrece atención en su clínica de psicoterapia en la 14 avenida y 4a. calle, colinas de Pamplona, zona 12, además de un servicio de emergencias abierto las 24 horas. También puede comunicarse al teléfono 2445-4431.
“Cuidar la salud mental es clave para evitar que un momento de tensión se convierta en tragedia”, insisten.
Más allá de la atención individual, los especialistas apuntan a la necesidad de políticas públicas integrales: educación vial, campañas de prevención, mejora del transporte y espacios urbanos que reduzcan la presión sobre los conductores.
Según Mayorga, el tráfico no provoca la ira por sí mismo, sino que solo actúa como detonante de emociones que ya existen; lo importante es intervenir antes de que esas tensiones se conviertan en violencia.