Tres escenarios posibles para Venezuela

Tres escenarios posibles para Venezuela

Cada escenario es un espejo de sus dilemas: la resistencia agónica, la fuga impune o el colapso forzado. Podría definirse en cualquier momento.

Enlace generado

Resumen Automático

29/08/2025 00:03
Fuente: Prensa Libre 

Venezuela se encuentra en una cuerda floja histórica. El régimen de Nicolás Maduro se aferra al poder con un discurso desafiante: “solo me sacarán con las botas puestas”. Las naves estadounidenses rodean las costas venezolanas, y cada vez hay más expectativa e incertidumbre sobre lo que podría ocurrir. Sin embargo, la realidad muestra grietas. Mientras se difunden versiones de que su avión personal habría partido hacia Nicaragua, cargado de valijas con euros, en el plano internacional se multiplican las presiones y los rumores de intervención. En este tablero de tensión se perfilan tres escenarios decisivos para el futuro del país.

Si Trump logra resolver este laberinto, quedará ante el mundo como el líder que puso fin al chavismo y que no tolerará dictaduras ni narcotráfico.

Escenario 1: La resistencia hasta el final. El primer camino es el de la resistencia radical. Maduro, siguiendo la línea de su antecesor Hugo Chávez, se atrinchera en un discurso de soberanía. Rodeado de lealtades militares, apela al nacionalismo y al temor de la injerencia extranjera para mantener cohesionada su base. En este escenario, la represión se intensificaría, con opositores encarcelados y protestas reprimidas con violencia. La retórica del “patriotismo en armas” convertiría a Caracas en un símbolo de desafío, a costa de más miseria, éxodo e ingobernabilidad. Sería un callejón sin salida, donde la permanencia de Maduro equivaldría a un país paralizado en la ruina.

Escenario 2: El escape dorado. El segundo escenario está marcado por la salida discreta, casi clandestina. Las versiones de que el avión presidencial ya habría trasladado millones a Managua no son un simple rumor; la región está llena de mandatarios que huyeron con fortunas mal habidas. En este caso, Maduro podría negociar su asilo en Nicaragua, Cuba o Rusia, bajo el argumento de evitar un baño de sangre. El país quedaría en manos de una junta de transición, con militares que buscan su supervivencia. Sería un escape con sabor amargo. Millones verían cómo, tras años de sufrimiento, el hombre que los gobernó con puño de hierro se va sin rendir cuentas, protegido por pactos y a salvo de la justicia. La fuga sería la estampa de la impunidad y la antesala de una Venezuela abierta a reconstruirse.

Escenario 3: El colapso y la intervención. El tercer escenario es el más explosivo. La presión internacional podría desembocar en una intervención militar, encabezada por Estados Unidos y justificada bajo un argumento difícil de rebatir: el narcotráfico. Desde hace años, Venezuela se convirtió en plataforma del crimen transnacional, donde carteles aliados al régimen mueven toneladas de cocaína hacia Estados Unidos y Europa. Trump, decidido a demostrar que la seguridad hemisférica está por encima de la retórica ideológica, podría liderar una operación con fuerza militar y apoyo diplomático. La oferta del presidente salvadoreño, Nayib Bukele, de habilitar su megacárcel para recluir a Maduro, añade simbolismo. La justicia no solo llegaría, sino que sería televisada como mensaje regional contra la tiranía.

De consumarse, esta intervención colocaría a Donald Trump en el centro del tablero global, como el mandatario que logró lo que parecía imposible, desmantelar el chavismo tras dos décadas. El intervencionismo, lejos de ser condenado, sería visto por muchos como un acto de legítima defensa frente al narcotráfico. Y abriría una pregunta inevitable, ¿Se detendría en Caracas o avanzaría sobre otros regímenes de la región? Nicaragua, Cuba e incluso México podrían estar en la mira de una estrategia hemisférica contra el crimen organizado disfrazado de política. La pregunta no es si el régimen caerá, sino cómo. Y la respuesta marcará no solo el destino de Venezuela, sino también la nueva doctrina de Donald Trump en América Latina.