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La batalla por mover la ventana de Overton
Afortunadamente se logró devolver la ventana de Overton a su sitio.
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La primera vez que alguien me dijo “todo es política”, mi reacción fue pensar que estaba exagerando. ¿No se supone que la política tiene que ver solo con el gobierno y quienes están involucrados en lo público? Con el pasar de los años entendí que, efectivamente, casi todo tiene el potencial de volverse político. De hecho, muchas veces se mezcla con nuestras vidas, aunque no estemos conscientes de ello. Esto se hace evidente cuando entendemos cómo funciona la famosa ventana de Overton.
Imaginemos una ventana (invisible, claro) donde el espacio entre los marcos representa todos esos temas que son aceptados por el público, es decir ideas con las cuales la mayoría de las personas estaría de acuerdo. Todo lo que queda afuera de los marcos de la ventana son ideas, propuestas o cuestiones que pueden ser vistas como radicales, extremas o inaceptables. Viéndolo así, dentro de la ventana de Overton se alojan las propuestas que los políticos pueden promover o navegar sin que la población se enoje o rechace rápidamente. Afuera de la ventana está lo que definitivamente no tiene aceptación y no conviene ni a los políticos ni la opinión ciudadana defender porque va a causar rechazo. Sin embargo, la ventana no está fija, se mueve constantemente y, aunque no lo notemos, termina afectando nuestras libertades, nuestra movilidad, qué se hace con los impuestos que pagamos, la educación pública y hasta cuánto ganan quienes deciden las leyes de nuestro país.
El aumento salarial de los diputados ilustra cómo funciona la ventana de Overton. Históricamente, hablar de aumentar el salario a los diputados no es bien visto. A pesar de que estaba (y evidentemente sigue estando) fuera de la ventana de Overton, el año pasado un grupo de diputados trató de hacer que este tema estuviera dentro de la ventana al incluirlo en una iniciativa bajo la maniobra de que es necesario un ajuste, que es dinero para que los diputados ayuden a sus comunidades y, aunque puedan ser razones legítimas, la gente aún las rechaza. Lo mismo con el desmedido y peculiar presupuesto del Estado, que se trató de justificar para ejecutar mejores obras y servicios, pero aún no vemos nada de eso.
Para los ciudadanos, nos enseña que la opinión pública o lo que es aceptado o rechazado no es estático y que la política está en todo.
Se intentó mover la ventana de Overton hacia la aceptación de gastos desmedidos y que era necesario para que este gobierno pudiera cumplir con lo que había prometido. Afortunadamente, se logró devolver la ventana de Overton a su sitio, reafirmando la idea de que los políticos y sus decisiones deben tener límites, que debe existir rendición de cuentas, y no se mantuvo en defender o tolerar la ineficiencia a costas de la calidad del gasto.
No solo es en cuestiones del Congreso. Tiene que ver también con políticas públicas, basta ver el rechazo que generó el seguro obligatorio de vehículos o la separación de desechos. Como tal, es una lección para los políticos: si sus iniciativas o propuestas están dentro de la ventana tendrán éxito, pero si están fuera van a fracasar.
Para los ciudadanos, nos enseña que la opinión pública o lo que es aceptado o rechazado no es estático y que la política está en todo. Es importante estar atentos, participar del diálogo y la creación de esa opinión pública, porque algunos querrán normalizar abusos, otros querrán imponer sus ideas y así mover narrativas para que dentro de la ventana esté lo que ellos quieren que la mayoría siga sin cuestionar. Es una lección también para defender que la libertad, los límites al poder y el imperio de la ley sean cuestiones que permanezcan dentro de la ventana.