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Sin educación, ni la IA ni la humanidad avanzan
En Guatemala, la educación solo invierte el 3% del PIB, menos que el promedio regional.
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La educación de calidad es el único camino para formar mejores personas y construir un mundo más justo, ético y unido. No es solo de transmitir conocimientos, sino de cultivar valores como la honestidad y el respeto, fomentando la discusión, el criterio y el pensamiento crítico en las aulas. Geoffrey Hinton, el “padrino de la Inteligencia Artificial (IA)”, alerta de que la IA debe desarrollarse con principios éticos, para no dominar a la humanidad. Urge una educación que forme ciudadanos responsables y una IA que sirva al bien común, tanto en Guatemala como en el mundo entero.
En Guatemala, la educación enfrenta retos profundos: solo invierte el 3% del PIB, menos que el promedio regional. La deserción escolar es alta, especialmente en zonas rurales, donde el acceso a internet está limitado al 56%. Comunidades indígenas, que representan casi la mitad del país, enfrentan barreras por la falta de materiales en sus idiomas nativos. Muchas escuelas carecen de agua, electricidad o salones adecuados. Desafíos que trascienden fronteras porque la educación debe ir más allá de lo académico para formar personas íntegras, capaces de cuestionar, dialogar y actuar con empatía frente a un mundo complejo.
La educación de calidad comienza en casa, donde se siembran valores fundamentales como la ética, respeto y cooperación. Las escuelas deben promover el pensamiento crítico a través de debates, análisis y resolución de problemas. Así preparan a los estudiantes para enfrentar desafíos globales como el cambio climático o la polarización social. Implica enseñar a cuestionar sesgos, valorar la diversidad y actuar con responsabilidad. Es vital superar desigualdades y empoderar a personas y comunidades marginadas para formar ciudadanos que construyan un futuro más justo.
La educación de calidad es una necesidad imperante para todos.
La IA puede ser una aliada transformadora en la educación. Personaliza el aprendizaje adaptando lecciones al ritmo de cada estudiante y automatiza tareas como la evaluación, liberando a los docentes para guiar discusiones éticas y críticas. En Guatemala, programas como RoboCode enseñan programación junto a valores, mientras plataformas como Kahn Academy enseñan matemáticas. La IA puede traducir materiales a idiomas indígenas, haciendo la educación más inclusiva. Sin embargo, su impacto depende de superar barreras como la falta de internet y garantizar la privacidad de los datos.
Por increíble que parezca, la IA también necesita de una educación de calidad. Como advierte Hinton, una IA sin principios éticos podría amplificar desigualdades con algoritmos replicando prejuicios humanos. Entrenarla con datos diversos, que reflejen culturas y contextos globales, es crucial para evitar sesgos. En Guatemala, debemos incluir perspectivas indígenas para garantizar la relevancia cultural. A nivel mundial, la IA debe aprender a priorizar la empatía, la cooperación y el respeto, complementando la interacción humana en lugar de reemplazarla.
La educación de calidad es una necesidad imperante para todos. Exige inversión en infraestructura, capacitación docente y materiales inclusivos que respeten la diversidad cultural. Requiere un compromiso colectivo para formar ciudadanos que piensen críticamente y actúen con ética. Lo mismo aplica a la IA: debe ser educada con principios que la conviertan en una herramienta para el bien común. Educadores, familias y desarrolladores deben unirse en esta misión. Como sugiere Hinton, una IA bien educada, al igual que las personas, puede impulsar un futuro de equidad y progreso. Si las personas y la IA no son educadas con valores, nos arriesgamos a vivir en un mundo dividido por indiferencia y sesgos.